Editorial
En la imagen de izquierda a derecha; el Presidente de la República, Alejandro Giammattei; la Presidenta del Congreso de la República, Shirley Rivera; la Vicepresidenta Electa, Karin Herrera, y el Presidente Electo, Bernardo Arévalo. Imagen: Alejandro Ramírez / La Hora.

Agotado el tiempo y con la derrota electoral, en el Congreso piensan dar la milla extra en ese generoso reparto que se hace de los recursos del Estado para alimentar la jugosa corrupción y nada mejor que la aprobación de un presupuesto que prolongue para el año 2024 la manga ancha que se ha utilizado para que se haga piñata con el dinero producto de los impuestos. Todos sabemos que este año 2023 se marcó por un presupuesto hecho para financiar campañas electorales que permitieran control del Congreso y de las Municipalidades del país y la experiencia ha sido tan satisfactoria y jugosa que pretenden extenderla otros doce meses, por lo menos.

El presupuesto es pieza de gran importancia porque, de una u otra manera, permite tener maniatado al próximo gobierno que deberá operar dentro del marco de lo que disponga el Congreso. Sea que dejen vigente el presupuesto actual, que enriqueció a tantos Alcaldes y Diputados, o que aprueben uno nuevo, quizá hasta con más dispendio, el caso es que el mandato del pueblo se verá de alguna manera condicionado, por lo que en el Congreso se disponga ahora, con la aprobación del presupuesto.

El Presupuesto General de la Nación debiera ser el instrumento legal para ordenar el gasto público y la inversión en el desarrollo humano, pero lamentablemente se ha convertido en una jugosa piñata para quienes se ponen de acuerdo con los diputados para disponer libremente de los recursos del pueblo, sobre todo tomando en cuenta la escasa fiscalización que existe. Por ello es que los ciudadanos tenemos que poner atención en los próximos pasos del Congreso en esta materia, porque serán decisivos para maniatar al futuro gobierno, dejándolo condicionado para que siga el derroche.

El resultado electoral es un claro mandato de los ciudadanos para enmendar el sistema actual y eso pasa, por fuerza, a través de la eliminación de la corrupción, objetivo esencial de los electores al acudir a las urnas. Pero si el Presupuesto queda armado para alentar nuevas contrataciones y operaciones corruptas, obviamente será muy difícil para el próximo gobierno arrancar con acciones que reflejen el respeto a esa voluntad popular.

La participación del binomio en las discusiones del presupuesto será importante en términos de dejar constancia de sus observaciones y cuestionamientos, pero sabemos que a la hora de los votos en el Congreso no tendrá mayor impacto porque allí saben qué es lo que quieren y cómo lo piensan implementar para, por lo menos, seguir ordeñando la vaca en los primeros doce meses del gobierno entrante.

 

Redacción La Hora

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