Pocas veces en nuestra historia el ciudadano ha enviado un mensaje tan fuerte y claro como el de ayer. No hubo una elección basada en ideologías o proyectos clientelares, sino una abrumadora expresión de un pueblo que harto del descaro de la corrupción y el manoseo de las leyes, dijo ¡Ya Basta! Ningún presidente había llegado con un mandato tan firme como el que recibió ayer Bernardo Arévalo, con el voto de aquellos guatemaltecos que aspiran a un país diferente, basado en la honestidad, transparencia y el buen uso de los recursos públicos para impulsar proyectos de desarrollo humano.
El candidato Arévalo no gastó ninguna fortuna en la campaña y con magros recursos aplastó en las urnas a quien, como ha sido su costumbre, compró votos a diestra y siniestra con el dinero producto de ese vicio que nos tiene hundidos en una situación sin parangón en la historia. Sandra Torres, con su tono, actitudes y discurso, se definió con la representación del sistema actual, ese que terminó hartando a los guatemaltecos, mientras que el candidato de Semilla centró su oferta en un tema puntual, el de la lucha contra la corrupción, el cambio y lo que necesitamos para el futuro.
Hasta Giammattei se vio obligado a reconocer el abrumador triunfo del hoy Presidente Electo, pero eso no significa que el acoso para Arévalo y Semilla cese porque seguirá según fue cantado desde un Ministerio Público que, como Torres, se identificó con el sistema repudiado por los guatemaltecos. No es cuestión de debida investigación ni de procedimientos legales, sino que se trata de insistir en lo que ha sido la actitud para apuntalar la impunidad que alienta la corrupción. Se cierran o no se abren los verdaderos casos contra los saqueadores de los fondos públicos, mientras se agilizan los armados para advertir que quien critique al sistema puede terminar en la cárcel, aunque la sociedad ya mostró su hartazgo y lo hará con más firmeza en los días venideros.
No es, en absoluto, una situación envidiable la del doctor Arévalo porque tendrá que luchar contra la corrupción, esa que Roxana Baldetti calificó en su momento como monstruo de mil cabezas. Y es que está regada por todo el país y, como a su vez dijo Jimmy Morales, se ha vuelto parte de la “cultura” chapina. Y persiste tras la elección porque se aseguró control del Congreso y con ello de las Cortes y de la mayor parte de las instituciones públicas, por lo que el presidente electo, con la sociedad dispuesta a construir, tienen una gigantesca tarea por delante para que ese fortísimo y clarísimo mensaje emitido en las urnas el día de ayer, sea finalmente ejecutado y cumplido.