No cabe la menor duda que la experiencia ha demostrado cuán útil es la polarización para dividir a la sociedad y meterla en debates estériles y sin fundamento, basados, sobre todo, en el discurso de odio para apartarnos del serio análisis de la realidad y de las implicaciones que ha tenido esa tendencia global a confrontar alrededor de sentimientos y pasiones más que de ideas. Guatemala no inventó esa práctica, por más que desde hace más de medio siglo vengámonos confrontando, pero sin duda que se ha sabido utilizar el recurso para atrapar a la opinión pública en debates estériles y, además, peligrosos por el nivel de perturbación que se causa en las mentes.
El mensaje de @mcdonald2009, quien se presenta como parte de Eventos Católicos, respecto a la información de Emisoras Unidas sobre el asesinato del candidato presidencial en Ecuador, Fernando Villavicencio, preguntando: “Y aquí cuándo con el semillero?” es una muestra de a dónde hemos llegado en ese tortuoso camino de sembrar odios. Y es que como la misma justicia es parte de ese movimiento polarizador, muchos se sienten con la absoluta impunidad de poder decir y hacer lo que les plazca porque se sabe que la aplicación de la ley es totalmente selectiva y a quienes juegan dentro de las reglas del sistema nunca les pasará nada.
Ayer mismo el dirigente religioso Harold Caballeros colocó en las redes un análisis que hace del papel de las iglesias cristianas en este proceso electoral y, recordando que él cometió errores al usar su influencia religiosa en el campo político, señaló directamente a los dirigentes religiosos que se proclaman defensores de la familia pero terminan siendo “alcahuetas” con quienes se comportan y viven alejados de la moral y de ese respeto a la familia.
Y es que hasta muchos pastores y religiosos son propagadores del odio en una sociedad, lo que complica más porque, como dijo Caballeros, se ejerce perversamente una influencia que debiera ser para elevar los valores cristianos para favorecer a la corrupción y los vicios.
Guatemala vive momentos muy especiales porque, al fin, la sociedad está despertando frente a los desmanes de la captura de todas las instituciones del Estado para colocarlas al servicio de la corrupción y de la impunidad para quienes se roban los recursos públicos. Esa situación ha causado tanto revuelo que se incrementa la propaganda sin sustento que únicamente pretende agudizar las divisiones puesto que la vieja máxima de “divide y vencerás” representa la última esperanza de quienes ven, preocupados, esa reacción ciudadana que los pone en aprietos.