Editorial
El 25 de junio de 2023, los guatemaltecos realizaron el proceso electoral que cambiará jefaturas, diputaciones y la Presidencia de la República, el 14 de enero de 2024. Foto: José Orozco / La Hora.

Pocas veces la voz de los guatemaltecos se ha hecho escuchar de manera tan clara como en este proceso electoral que no deja dudas respecto al cansancio que el abuso del poder para robarse los recursos públicos genera en gente que se hartó de la forma despótica y abusiva en que se comportan los políticos. A tragos y rempujones, las Cortes cooptadas han tenido que entender que ya no es posible seguir manoseando las leyes para burlarse de la ciudadanía y por ello estamos a punto de que se validen plenamente los resultados electorales para iniciar el período previo a la segunda vuelta.

No se puede cantar aún victoria, desde luego, porque el poder sigue estando a disposición de quienes no desean que termine ese extraordinario acceso a la riqueza y la impunidad que concretaron los grupos mafiosos. Es más, puede ser que las Cortes dejen de amparar a cualquiera que quiera entorpecer el proceso, pero tienen a su disposición aun la persecución penal, según lo que se ve en los netcenters que muchas veces marcan el paso de las autoridades del Ministerio Público (MP) que además, poco hacen para desligarse de las filtraciones. Las redes sociales muestran cómo quienes fueron propagandistas de Zury Ríos están ahora urgiendo a Consuelo Porras para que inicie procesos penales contra Semilla, como último recurso para preservar el sistema.

Obviamente, estamos hoy en mejor situación de la que teníamos la semana pasada, cuando el papel de la Corte de Constitucionalidad (CC) y de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), con la hoy superarropada magistrada Valdés, indicaba que estaban dispuestos a correr el riesgo de una reacción firme de la ciudadanía eliminando la segunda vuelta. Pero no podemos cantar aún victoria porque falta mucho no solo para ese balotaje, sino también para el establecimiento de un nuevo gobierno, sobre todo si quienes triunfan son una amenaza para el sistema actual y logran cuajar los acuerdos que demanda una transformación sostenible del país.

Pueden venir diversas maniobras que persiguen preservar el modelo, no obstante que es obvia la soledad en que están quedando quienes lo dirigen, porque prácticamente no hay sector de la sociedad que no se haya pronunciado en contra de las turbias maniobras que fueron puestas en marcha para propiciar lo que hemos llamado un golpe de Estado sin cuartelazo.

Confiados en que hemos logrado parte del propósito ciudadano, debemos mantenernos vigilantes y muy atentos para abrirle al país esa ventana de esperanza que empieza, sin lugar a dudas, por el rescate de la legalidad y el Estado de derecho, violentado por la prolongación de funciones de magistrados que fueron electos por aquel ya muy viejo pacto entre Baldizón y Sinibaldi.

 

 

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