No es, en absoluto, una casualidad que tres candidaturas importantes hayan quedado fuera de la contienda. Thelma Cabrera, Roberto Arzú y Carlos Pineda, quienes en las encuestas en que fueron incluidos sumaban una muy importante cantidad de simpatizantes, terminaron eliminados de la lista de candidatos presidenciales, pese a que entre los tres posiblemente superaban el 40% de las preferencias de los consultados en los estudios de opinión.
Así, al empezar ya la impresión de las papeletas para la elección de Presidente y Vicepresidente, la ruta parece despejada para quienes no se vieron afectados por decisiones tanto del TSE como de otros tribunales, incluyendo la Corte de Constitucionalidad, en el que es, sin duda alguna, el proceso electoral más extraño de la “era democrática”.
No puede dejar de señalarse el detalle de que todos los aspirantes que tenían un discurso antisistema (aún y cuando hay dudas de sus reales intenciones o la forma que proponían para cambiarlo dejan muchas dudas), que cautivó la atención de buena parte de los electores, fueron eliminados, mientras que quienes no cuestionan el modelo existente tienen la ruta despejada para continuar hasta la elección del 25 de junio.
También hay que decir que los tres aspirantes criticaban el sistema pero sus soluciones eran inviables o llenas de un populismo que tampoco ofrecían garantías que el cambio era para mejor. El sistema actual está agotado, controlado y corrompido pero quienes lo criticaban en la contienda también dejan dudas porque algunas de sus relaciones preocupan mucho.
Thelma Cabrera y Roberto Arzú fueron los primeros contendientes en ser apartados, pese a que ambos tenían muchos seguidores. La primera fue candidata en la elección del 2019 obteniendo una cantidad significativa de votos y su partido, el MLP, se nutre, en mucho, con la participación de muchas comunidades indígenas; Arzú creció como consecuencia de su discurso crítico del sistema actual y sus señalamientos en contra de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez. Pineda, en cambio, era prácticamente desconocido pero su discurso y el hábil manejo de las redes sociales lo colocaron como puntero cuando ya los otros dos habían quedado fuera.
No es descabellado suponer que alguno de ellos tendría, por lo menos, asegurada su participación en la segunda vuelta y por ello el panorama cambia radicalmente con su exclusión determinada por las autoridades electorales y judiciales del país, lo que debe tener muy tranquilos y contentos a otros aspirantes.
Pero el sistema democrático obviamente ha sufrido un golpe muy severo y quizá irreparable porque marca una ruta en la que las ilegalidades que se esgrimen o la falta de cumplimiento de requisitos que manda la ley, no aplican solo a estos tres candidatos y por eso se puede decir que la ley no se aplica de manera pareja y uniforme. En los tres casos señalados se señalan cuestionamientos sobre el proceder de las autoridades y se habla mucho de la aplicación de distintos raseros para juzgar situaciones muy parecidas.
Por eso la sensación que el sistema queda asegurado con lo que hay en la papeleta y la duda si el electorado se sentirá satisfecho con lo que hay o articulara para alcanzar acuerdos y buscar incidir en un sistema que afecta al honrado, margina a quienes piden una oportunidad, complica al empresario o trabajador decente y no deja soñar plenamente al emprendedor.