Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
No se quede solo con el titular y siga conmigo.
En el 2015 las alarmas se encendieron al máximo. Los políticos del momento, incluido el que ganó esa elección, tenían relaciones oscuras con personajes y grupos del crimen organizado pero por encima de todos en aquel entonces estaba Manuel Baldizón.
Su participación generaba una enorme preocupación porque algunas agencias establecían que estábamos al borde de tener un Presidente con vínculos con el narcotráfico. Baldizón tenía un voto duro y casi le vale para meterse a segunda vuelta quedándose corto detrás de Jimmy Morales y Sandra Torres.
Una vez Baldizón quedó fuera de la contienda las preocupaciones de muchos se calmaron y eso tuvo un efecto malo para Guatemala porque la mayoría de gente con capacidad de incidir se desentendió y ello permitió que el sistema siguiera igual, sin cambios, sin alteraciones. Los negocios con el dinero del Estado no desaparecieron solo cambiaron de manos.
Tras eso, llegamos a donde estamos hoy parados.
En medio del control total de todas las instituciones públicas que lograron forjar Alejandro Giammattei y su Centro de Gobierno, surgió Carlos Pineda. El excandidato tenía mensajes que resonaban con la gente en torno a la corrupción del Estado, en los tres poderes, la reducción del Congreso, el juego perverso en la elección de magistrados, etc.
Lo suficiente para encender a un electorado cansado que los mismos de siempre le roben, pero insuficiente para lograr cambios de fondo porque cuando se le pedía detalle o que ahondara ya no sabía cómo hacerlo. Su vicepresidente, según él dijo, de política no sabía nada y estábamos frente a dos personas que sabían conectar con la gente (que Mechito fuera la estrella llamaba mucho la atención) pero sin mucha noción de cómo poder enderezar las cosas.
A Pineda le afectó el no tener visa porque la gente se empezó a preguntar el por qué, situación que al día de hoy sigue siendo un misterio. Además, Edmond Mulet lo acusó de narcotraficante y las alarmas se siguieron encendiendo.
Luego, sus antiguos aliados, fueron sus verdugos. Un recurso legal fue acogido e invalidó una asamblea 7 meses después y siguen las dudas de cómo lograron que algo con las ilegalidades que dicen que hay, fueron avaladas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y por eso resulta clave entender que Prosperidad Ciudadana (PC) era un satélite de VAMOS. En un verdadero Estado de Derecho esto no hubiera sucedido de la manera en que se dio.
Explicado todo lo anterior, con Pineda fuera de la contienda y sin las “penas” que su participación generaba por las dudas que provocaba, la pregunta es si los guatemaltecos con más capacidades volverán a seguir la ruta del 2015, es decir, desentenderse de los retos que el sistema nos plantea y dejar que las cosas se sigan degradando.
Visto lo visto, el sistema parece estar asegurado por muchos años más. Edmond Mulet ha emitido algunos mensajes que parecieran dar a entender que entiende el problema que es el sistema y el empecinamiento que la FECI y el Ministerio Público (MP) tuvieron con él llaman la atención, pero siempre queda la duda de si no abrió demasiado las puertas de CABAL y eso le puede haber puesto una camisa de fuerza que termine asegurando el sistema, tal y como pasaría con sus dos rivales que pactaron con Giammattei para estar en la papeleta presidencial.
Una sociedad que no aprende de sus errores y los ciudadanos que no buscan articular para encontrar agenda común e incidir en un sistema que nos pasa factura todos los días por la falta de un Estado de Derecho real, termina condenada a vivir esquivando a las mafias y redoblando esfuerzos porque hacer las cosas bien se vuelve un auténtico vía crucis.
Ojalá, ojalá esta vez si atinemos a enderezar el rumbo, buscar sostenibilidad y usemos esta crisis para generar una verdadera oportunidad de cambio.