El gobierno de Nicaragua canceló el martes la personalidad jurídica y confiscó bienes de la orden de los Frailes Menores Franciscanos y de 16 oenegés. Foto La Hora. AP.

Los defensores a ultranza del sistema político de corrupción existente en Guatemala, que descansa en el control absoluto de toda la institucionalidad, han emprendido una campaña para “advertir” que comparar la situación de nuestro país con la que se vive en Nicaragua es ver micos aparejados porque aquí la democracia, según ellos, es sólida e incuestionable. Y es que son tantas las similitudes entre ambos países y ha sido tan enérgico el rechazo mundial al régimen de los nicaragüenses que realmente les preocupa que nos veamos tan parecidos y por ello emprenden una campaña para desmarcar al país de la ruta que llevó a los Ortega a superar a los Somoza.

Desde luego que los observadores internacionales están preocupados por lo que ven en el panorama y, justamente por esa preocupación fue la inmediata reacción del gobierno para mandar por un tubo al G13, que reúne a los países que más ayudan económicamente a Guatemala, en su intención de tener una plática con el TSE para entender cómo va el proceso. Es natural que los diplomáticos intercambien opiniones con los diferentes poderes del Estado y el Tribunal Supremo Electoral, que es autónomo, tiene canales abiertos porque no puede centralizar vía la Cancillería su relación con el mundo diplomático. Sería tanto como que para invitar a almorzar a un diputado o un magistrado se tenga que hacer trámite vía el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Pero los encargados de afinar el tono del mensaje de la polarización ya se dieron cuenta de que el punto más flaco del sistema que han creado es el enorme parecido con la ruta que siguió Nicaragua hasta llegar a la consolidación de una feroz dictadura, capaz de arrebatar la nacionalidad y sus bienes a sus opositores. La paradoja es tal como para decir que los críticos de la situación guatemalteca realmente buscan, ellos sí, producir un régimen como el de Nicaragua y que por ello cuestionan el sistema electoral y hablan de las dudas que genera el accionar de un TSE que no termina de generar confianza.

Ortega y Murillo supieron reclutar entre quienes les sirvieron para establecer su sistema a gente que luego terminó presa porque, al darse cuenta de cómo fueron usados, señalaron la corrupción existente en el gobierno. Aquí, gracias a la alerta que dieron varios nicaragüenses, ya son muchos los que entendieron que su alianza con el pacto oficialista fue un grave error y empiezan a tomar distancia, pero esa alianza no se detiene y ahora coloca como perversos a los que comparan nuestra situación con Nicaragua.

Redacción La Hora

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