Por Silvia Trujillo/Fotografías de Bernardo Euler y Ghost Town

Palabra, imagen, género, relaciones de poder, fronteras y diálogos. Todos estos temas atraviesan la propuesta artística de Alexandra Grant, titulada Pueblo Fantasma, que se presenta en la 20 Bienal de Arte Paiz. Una creación colectiva, que bien puede definirse como poesía visual, surgida del texto de la autora guatemalteca Vania Vargas “Cartografía de un Pueblo Fantasma”. Hoy se inaugura con la presencia de la artista, la escritora y quienes crearon al lado de ellas en estos días esta maravillosa experiencia.

Alexandra, tu propuesta está en las fronteras entre las palabras y las imágenes, podríamos decir que esa es una primera línea que se cruza, pero luego, por ser una obra que se genera colectivamente, cruza otras fronteras y se amplía…

Soy artista de Los Ángeles, tuve una infancia magnificaba en México y por tener la suerte de vivir en esos dos mundos, siempre me interesé por la tradición oral y por las distintas narrativas, eso me llevó a interesarme en conocer qué pasa cuando una persona cambia de contexto, qué provoca ese cambio. Por eso me interesó tanto la obra de Vania Vargas, porque sus conocimientos abarcan distintas disciplinas: como editora, como periodista, como cuentista. Vi que tenemos puntos en común, varias vidas creativas con éticas paralelas y cuando Alma (curadora principal de la 20BAP) me invitó a presentar mi obra, le dije quiero a una escritora- porque el género me interesa mucho – y tiene que ser de la ciudad fue entonces cuando encontré a Vania en internet.

¿Por qué mencionás al género como una categoría importante en tu propuesta artística?

Ser mujer y ser artista es para mí muy importante. Por ejemplo, hay días en que no quiero levantarme de la cama, pero pienso si no lo hago, no voy a crear y necesitamos más mujeres en el arte porque en Estados Unidos y en Europa menos del 30 % de todas las exposiciones son dedicadas a las mujeres, es un problema gravísimo ¿qué pasa si dejamos de crear? A mí me interesa mucho trabajar aquí con mujeres ocupando el espacio público, porque en ese sentido, es muy importante que tengamos espacios creativos y seguros. Considero que éste es un proyecto muy femenino, por las formas de relacionamiento, por la forma de incluir y nombrar, y no quiere decir que es un proyecto solo de mujeres, porque también tiene participación de hombres, pero el tipo de gesto y de intercambio que se ha generado es de mucha conexión y es desde ahí que tiene un sentido muy femenino.

No es la primera vez que presentás este tipo de propuestas ¿qué tendrá esta pieza de especial?

Hice un proyecto colectivo en el 2013 del cual aprendí mucho, era la primera vez que abría mi proceso privado del atelier, del estudio al mundo público, se llama “Bosque interior” y se realizó entre Los Ángeles y París a partir de un texto de Hellene Cixous, una filósofa francesa a quien admiro mucho. De verdad que aprendí mucho, incluso de los errores que cometí. Fue a partir de ahí que salió un modelo para poder hablar con Vania sobre cómo podíamos hacer algo único y así será, porque en este caso tiene absolutamente que ver con este contexto. Hay un ADN en los textos de Vania que es muy visual y ese ADN se puede mover de sus obras, tienen un ritmo que se puede dibujar. Por eso el texto de ella va a estar en la pared por medio del dibujo colaborativo.

Me interesa hablar sobre las fronteras porque vos como artista viajás entre el lenguaje y la imagen y en esta obra en particular hay varias transiciones desde las reinterpretaciones del texto a las imágenes, que a su vez pasan por la interpretación de quienes pintan, y luego una ampliación más que pasa por las lecturas de quienes presencien la pieza terminada. ¿Son estas una serie de fronteras?

Lo interesante es que el dibujo terminado va a tener otra vida. Vania va a hacer una lectura formal el día de la inauguración y vamos a tener una experiencia muy cinematográfica porque, por un lado, vamos a tener un horizonte lineal del texto, pero por el otro habrá una narración y las palabras nos irán guiando. Será muy simbólico porque será una voz colaborativa y lo más importante para mí es que todos los participantes van a ser nombrados como autores. Eso rompe con muchas ideas en torno al arte y la autoría, hay muchos mundos del arte contemporáneo, por ejemplo aquí hay gente que viene del entorno del arte urbano, yo vengo del mundo del arte conceptual, pero en esta pieza todos los mundos del arte son importantes, tiene muchos estilos, pero los pone a todos al mismo nivel. Finalmente, la razón del proyecto, el hilo que nos guía son las palabras de Vania, entonces, es interesante pensar ¿qué papel tiene el idioma al ponernos a todos al mismo nivel?

¿ Vania, cuál está siendo tu experiencia en torno a esta propuesta?

A mí me llama mucho la atención lo que está haciendo Alexandra poniendo en escena el trabajo de mujeres, el de ella, el mío, el de otras mujeres jóvenes, pero además poniendo el trabajo de la escritura, que generalmente se lleva a cabo en muchísima soledad, en el espacio público. De repente se involucra tanta gente, y ver cuántas personas empiezan a reinterpretar mis palabras hasta que finalmente me doy cuenta que “¡el pueblo fantasma se llena de gente!”. Para mi realmente eso es maravilloso. La naturaleza de este proyecto es el propio proceso, que no sabemos cómo va a terminar y ahora estoy viendo imágenes en movimiento que antes solo había visto en mi cabeza.

¿Por qué se llama Cartografía de un pueblo fantasma?

Cartografía de un pueblo fantasma es una recopilación de poemas de tres de los libros que he publicado. Yo siempre he pensado que mis libros de poesía, al final, son un mismo libro, que plantean una especie de línea de tiempo y cuando Alexandra me planteó la posibilidad del proyecto y de tener un texto, yo aproveché para hacer esta recopilación. Se llama así porque creo que en esta parte del viaje interior del yo poético que se da a lo largo de la línea del tiempo, tengo la teoría que todos tenemos un pueblo fantasma adentro, conformado por las ruinas de por ejemplo, las casas que imaginábamos que íbamos a tener, en una ciudad donde imaginamos que íbamos a vivir, que está conformada por los hijos que nunca tuvimos con la gente que pensamos que los íbamos a tener, que está conformada por esas versiones de nosotros mismos que se quedaron a medias porque cambiamos de caminos vitales, y si eso lo llevamos dentro de nosotros tenemos la posibilidad de voltear la mirada hacia adentro y compartir con esas ruinas y tener monólogos con ellos, con nosotros mismos y explicar por qué no sucedió, de pelearte con esas imágenes. ¡Es todo un mundo! esa era mi imagen y es hermoso porque cuando vos abrís tu pueblo fantasma, otras personas te abren sus propios pueblos fantasmas y empiezan las reinterpretaciones.

Estamos en el Centro Histórico y aquí hay tantos fantasmas, en este contexto se van abriendo las posibilidades. Todos esos fantasmas se están haciendo tan grandes y se van ampliando de tal manera que van tomando su propia huella. Se está creando algo muy fuerte.

No es onírico literalmente, pero tiene mucho de ese mundo porque está en el terreno y no está…

Alexandra: ¡Por eso yo creo que es un sueño compartido! Compartimos nuestros fantasmas. Lo cual me lleva a algo que siempre me ha preocupado ¿Cuánto de los otros vive en nosotros? ¿Cuánto de nosotros vive en los otros?


Asista a la inauguración
Ghost Town/Pueblo Fantasma

Lectura de Vania Vargas en colaboración con Alexandra Grant
Hoy a partir de las 18:00 horas en la sede Anexos, a la vuelta de Arte Centro Graciela Andrade de Paiz (9 avenida 9 calle zona 1). Entrada libre.

¿Cuánto de los otros vive en nosotros? ¿Cuánto de nosotros vive en los otros?
Alexandra Grant, artista estadounidense

Artículo anteriorLos de la foto
Artículo siguienteEl malestar de la literatura