Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Un día de la madre especial, no solamente por el acercamiento afectuoso de madres e hijos. Sino también, del esposo, amigos y amigas. Con muestras de cariño, de solidaridad y respeto. Saludos para amigas con o sin hijos. Ya que el rol materno nos es un acontecimiento meramente biológico.
Recibir las gracias de parte de los hijos por ser su madre. Armonizar con muchas mujeres, sentirse comprendida, apoyada, respetada y en solidaridad. Ser madre no es algo fácil, no es algo natural y a veces ellas por querer hacer bien las cosas, se resulta cometiendo tremendos errores.
Me acuerdo de mi mamá, quien en una ocasión, me dijo: “que ella todas las noches pedía a Dios por sus hijos y por los hijos de todas las madres del mundo”. Porque al pedir por todos, ella de alguna manera, también se solidarizaba con las otras madres que sufrían angustias por sus hijos. Como es costumbre, el entendimiento, en varias ocasiones, llega tarde. Ahora, me provoca admiración su actitud.
El día 10 de mayo, es un acontecimiento familiar y no consiste en una fiesta comercial. Los hechos, las expresiones de afecto, de cariño y de vinculación familiar. Son la dicha para muchas mujeres y sus familias. Pero para otras, este día puede también ser una fuente de tristeza o una alegría a medias.
Debido a recuerdos de la pérdida de un hijo, sin sabores por ver en ruinas la vida de alguno de ellos. Un hijo adicto, un hijo que no ha volado, o un hijo con perjudicial conducta para sí y para otros; también ante un hijo que condena drásticamente a su madre, la enjuicia, sin el menor grado de consideración. No es de creer que las madres tengan una sabiduría innata para serlo. Los primeros pasos en ser madre son de inseguridad y de cargas, debido a que para muchas, en un inicio todos tienen algo que decirle, y al parecer, lo que ella trata de hacer, no está bien.
Ser mamá puede tener muchos significados para cada mujer. Tener sus instintos hipervigilantes hasta por la respiración de su pequeño. Tener sus afectos a flor de piel, y el deseo constante de que ellos sean felices, aunque ello represente un distanciamiento físico en sus vidas.
La madre comprende que por más duro que sea, tendrá que dejar que sus hijos sean lo que desean ser, que caminen el camino que elijan, que tomen decisiones que les apetezcan, los deja ir, aun cuando teman que pueda haber algún peligro y se angustien por ello. No puede hacer nada más que aceptar lo que ellos deciden, apoyarlos y pedirle a Dios, o al ser supremo que los cuide. Porque la maternidad tiene límites en el cuidado y en la protección de los hijos.
Ser madre implica felicidad, pero también dolor. Significa recibir afecto y halagos, pero también sentir momentos de indiferencia y de recriminaciones.
Sentir orgullo de los logros de los hijos, aprender a vivir en la tolerancia de las posibles equivocaciones en el trato que les prodiga. Asustarse ante la posibilidad de llegarlos a herir. Considerar a cada uno de ellos único e insustituible.
En estas fechas de celebración del Día de la Madre, es mi deseo fraternizar con muchas mujeres que se encuentran en penas por: la seguridad, la integridad, la calidad de vida de sus hijos, y también, para aquellas quienes ya no los tienen en esta vida. Y no me resta más que aunarme a la oración de mi propia madre. La oración que pide ayuda a Dios por mis hijos y por los hijos de las otras madres.