Estuardo Gamalero

“La ventaja de ser inteligente es que se puede fingir ser tonto, mientras que al revés es imposible”.
Woody Allen

Escogí el término «Tonto» en la amplitud que conlleva su uso en Guatemala, no sólo en alusión a falta de inteligencia, sino cuando uno identifica a una persona aprovechada, intrigante, bagre, necia, descarada y cínica.

Mi intención no es presumir inteligencia, soberbia, referirme despectivamente o señalar con el dedo a alguien específicamente. Más bien, deseo que los lectores analicemos introspectivamente la conducta propia y, por supuesto, la de aquellos actores que en lo político, lo económico, lo social, lo mediático, lo humanista y lo jurídico inciden positiva o negativamente en el país.

Los tontos no aprenden de los errores y nunca se reponen del éxito.

Los tontos critican, pero no proponen.
Los tontos oyen, pero no escuchan.
Los tontos creen que la sociedad gira alrededor de ellos.
Los descarados son tontos.
Los tontos se asesoran de tontos y se rodean de más tontos.
Los tontos llegan a creerse sus mentiras.
Los tontos prefieren justificar sus actos que corregir sus acciones.
Hay tontos pobres y tontos ricos, los primeros dan lástima los segundos dan pena.
Ser ignorante no es sinónimo de tonto. El ignorante simplemente no sabe o no le han enseñado, el tonto básicamente no quiere aprender.
Un tonto con iniciativa es una bomba social.
El tonto cuenta las historias a medias o entiende solo la parte que le conviene.
Usualmente, los vividores buscan tontos a quienes convencen de sus ideas.
Ante un problema, el tonto escoge hacer una revolución y el inteligente opta por una solución.
El necio que no sabe defender sus ideas y las quiere imponer por la fuerza, es un tonto o un dictador.
Los tontos encuentran placer al hablar mal de los demás.
Los tontos critican personas, no debaten ideas.
Los tontos creen que hacer negocios es cuestión de oportunismo no de oportunidades.
La condición de tonto, es universal y aplicable a toda persona, de cualquier estrato y profesión.
Si no se toman precauciones, lo tonto se contagia.
Las cárceles están llenas de delincuentes, pero también de tontos.
Hay «vivos» que les encanta verle la cara de tonto a uno, a ese, a aquel y a todos.
El tonto solo piensa en encender el fósforo sin medir las consecuencias del incendio que puede provocar.
Los tontos no entienden que el fin no justifica los medios.
Un tonto motivado por un prejuicio es igual de inútil y necio que un borracho, pero tan peligroso como un mono con una ametralladora.
Muchas veces, cuando leo las noticias pienso que hay epidemia de tontos.
Cuando veo a una persona incitando al odio, a una revolución o un cambio al margen de la ley, no me preocupa lo que ese tonto hace sino a cuantos convence con facilidad.
Un líder de tontos se asemeja al «Flautista de Hamelin».
Cuando un tonto juzga a los demás, usualmente es una proyección de sí mismo.

Irónicamente, todos en alguna medida tenemos algo de los ejemplos mencionados. Lo importante en todo caso es no encariñarse con las actitudes tontas y dejar de actuar como uno. Los buenos guatemaltecos debemos ser y dar un buen ejemplo a nuestros hijos y a la sociedad.

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