Por Jorge Santos

Varios lamentables y tristes acontecimientos durante las últimas semanas han sacudido la opinión pública, y han hecho notar, por enésima vez, la verdadera naturaleza de nuestro Estado y sociedad. Muy por el contrario, a lo que establece nuestra Constitución Política de la República que el Estado guatemalteco se organiza para garantizar el bien común, acá se produjo lo inverso y hoy por hoy, tenemos un Estado organizado para garantizar la impunidad, los privilegios, el saqueo y por ende la exclusión, la inequidad, el racismo, la pobreza y con ello la muerte.

El aparecimiento de un video, en donde se observa un pandillero muerto; asesinado por sus compañeros, como «un ejemplo» de lo que no se debe hacer dentro de la estructura de las pandillas, en la medida que dicho pandillero, tuvo responsabilidad en la activación de un artefacto explosivo dentro de un bus en San José Pínula. Posteriormente, el asesinato de un defensor del medio ambiente en la aldea Las Cruces, en la Libertad, Petén, producto de la defensa de los derechos humanos legítimos que le asisten a la comunidad que representaba. Sin embargo, en pleno descanso, otros hechos volverían a sacudirnos como en una especie de montaña rusa, en donde un giro inesperado y más veloz viene detrás. Una serie de accidentes de buses extraurbanos dejaran varias muertes y un sentimiento de que no puede ocurrir nada peor.

Sin embargo, y luego del regreso de la Semana Santa, cuatro hechos van a desnudar una institucionalidad quebrada y absolutamente imposibilitada para garantizar la vida del ser humano y en particular de la niñez guatemalteca. Tres niños mueren en tres momentos distintos, pero con un denominador común: la exclusión y la marginación. Lo más patético de la situación lo representa el hecho de una serie de acciones impulsadas por el propio presidente Jimmy Morales, van a dar cuenta exacta de que el Estado guatemalteco sólo y exclusivamente es garante de los derechos de un segmento de la población históricamente favorecido.

En aras de que un jugador pudiera viajar hacia Estados Unidas y con ello integrarse en la Selección Nacional de Futbol, tanto el Presidente de la República, como la misma Federación de Futbol de Guatemala -Fedefut-, mueven sus hilos de inmunidad y en tiempo record el arraigado, por el incumplimiento de la manutención de sus hijos, pueda salir del país. Así que mientras el Estado es incapaz de proteger la salud, la alimentación y la integridad física de tres niños, si es capaz de producir impunidad y privilegios a una persona que no fue capaz de ser un padre responsable.

De ahí que las manifestaciones sociales y populares iniciadas hace un año, reclamaban no sólo la renuncia del expresidente sino una profunda transformación de ese Estado, con el fin exclusivo de construir uno que efectivamente garantice que todos y todas podremos gozar del bien común.

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