Es endémico decir que en nuestro abandonado país los niveles de la información que se les imparte a los estudiantes, especialmente en la escolaridad media, es bastante deficiente. En los pueblos algunos maestros la emprenden fundando centros de enseñanza que solo engañan a los jóvenes que con el anhelo de superarse, cursan estudios que poco le sirven para su futuro. Encuentra usted centros que gradúan bachilleres en medicina o escuelas de enfermería, que no le ofrecen al estudiante un conocimiento sólido para tener una posibilidad de trabajo. ¿Por qué digo lo anterior? Resulta que un mi hijo buscó en una agencia de empleos, que le recomendaran una persona para los quehaceres domésticos. Y entonces se presentó una adolescente, graduada de Perita Contadora, interesada en el trabajo. Desde luego con poca práctica en los servicios domésticos; pero, dada su educación, se le contrató y poco a poco ha ido aprendiendo y convirtiéndose en una compañera eficiente en la vida del hogar. Pues bien, resulta que hace unos días la familia llevó de compañía a esta muchacha al centro de la Antigua y el paseo se extendió a Ciudad Vieja. Estando en lo que queda de la casa de doña Beatriz de la Cueva, mi nieto le contó a la muchacha que esa ruina era lo que se salvó de la correntada de agua que se dejó venir del Volcán de Agua y que se llevó a doña Beatriz, a sus damas traídas de España, de donde cuenta Max Araujo, que sabe de muchas cosas, viene la palabra “traída” que equivale a novia, detalle o querencia. Y lo curioso de este caso es que la muchacha, al escuchar la historia de la correntada de agua, le dijo a mi nieto con gran ingenuidad -Y ustedes para donde agarraron–.
O sea que andamos mal en la enseñanza de la historia, y puede ser que usted se encuentre con gente supuestamente instruida, que crea que las guerras médicas fueron entre médicos y a las púnicas no les encuentre explicación.
