Se ofrece, pero no se cumple
Las elecciones de 2024 fueron en parte una reprimenda y castigo por la corrupción y faltantes a la atención médica que hizo el gobierno anterior y de alguna manera, la campaña presidencial y el plan de gobierno se centraron en llamar la atención sobre cambios en la atención a las necesidades sanitarias entendiéndose eso como un “limpiar la infraestructura nacional del MSPAS y del IGSS”.
Como profesional de la salud, estoy desconcertado del actuar hasta el momento del gobierno. Me temo que la nueva administración tendrá poco impacto sobre los ya de por sí malos resultados de organización y funcionamiento del sistema de salud. Pero la realidad no puede ser ignorada. El MSPAS y el IGSS deben empezar su reingeniería con cambio de muchas autoridades dentro de sus instituciones cuyo actuar obedece más a intereses personales que institucionales y políticas de salud y a mi entender eso no se ha dado y en gran medida debido a un error fundamental que tiene que ver con la falta de atención y participación del público, del ciudadano, dentro de la organización y funcionamiento del MSPAS y del IGSS.
Sin participación comunitaria no puede funcionar un sistema de salud
¡Claro! que el mea culpa fundamental de la gente es la condescendencia a dejar actuar a las autoridades y funcionarios sin auditoría social de su parte. Existen, aunque no funcionen como debieran, a nivel de las escuelas, la asociación o comités de padres de familia, pero a nivel de los servicios de salud del MSPAS y del IGSS, en sus diferentes niveles, esto no existe y por consiguiente no hay un encuadre adecuado en la atención al proceso salud-enfermedad.
No pretendo al hablar de comunidad y salud, volver al ciudadano un valedor de la organización y actividad del sistema de salud (aunque si es de reconocer que tontamente, sin criterios sólidos, el ciudadano ha trasladado esa responsabilidad a organismos como los sindicatos y a agrupaciones locales no representativas, pero de, eso no lo trataremos acá), pero si se debería de hablar dentro de la reorganización del sistema de salud, del papel político que le corresponde jugar al ciudadano dentro del sistema nacional de salud y sobre el cual ni se habla ni se monta nada.
Gran parte del bajo rendimiento de los sistemas de salud (cosa que no sucede en el comercio) se debe a que no se consulta a los verdaderos beneficiarios de los sistemas del MSPAS y del IGSS sobre la satisfacción y eficiencia de la organización funcionamiento de los servicios en relación a sus problemas y necesidades. Entonces, no es raro que en muchas encuestas el ciudadano muestre una desconfianza hacia el MSPAS y el IGSS. Dos cosas muestran esa crisis de confianza: La incapacidad del sector salud para abordar los desafíos que tiene la salud y una falta de compromiso institucional y social y político con el momento epidemiológico que vive nuestra sociedad que se ve complicado por los vientos políticos y de organización y funcionamiento institucional cambiantes que muchas veces obedecen a intereses muy pero muy lejos a lo que la salud de individuos y poblaciones demanda en estos momentos.
Sin políticas basadas en evidencia científica, el sistema no funciona bien
Debemos recordar que la ciencia puede propiciar no engendrar política. Los grandes marcos del actuar institucional y de los servicios de salud y sanitarios, se deben basar en el conocimiento científico del proceso salud-enfermedad, mientras que la política debe aborda los problemas de ejecución de ordenamiento institucional y de su estructura en fundamentos científicos, para favorecer el estado de salud de las poblaciones. Es imposible que una descripción del mundo del proceso salud-enfermedad conduzca a un modelo ideal de salud y a su cumplimiento, sin alinear políticas con ciencia. Un abordaje adecuado de los problemas de salud, demanda de ambas partes y en ambas partes, el papel del ciudadano se torna fundamental.
Todos somos necesarios
En tal sentido la salud debe pensarse como un concepto multifacético y multiparticipativo de políticos, prestadores de salud, público y científicos. Cada parte de la estructura de la atención de la salud requiere de actividad científica y política coordinada y complementaria: el bienestar físico se relaciona con el funcionamiento de nuestros cuerpos, el mental con la forma en que nos enfrentamos a nuestras vidas y el social con nuestras relaciones con los demás y todos en conjunto terminan en determinar salud y enfermedad en un individuo y una comunidad. En todo ello la experiencia y participación de la población resulta fundamental para el éxito de los programas y proyectos montados y basados en evidencia científica.
Toda medida sanitaria impuesta a grupos e individuos tiene un costo social para el individuo y el grupo y algunas de ellas (recordemos solo por un momento el COVID-19) «perturba totalmente la vida de las personas, arruina la organización de la economía y tiene a muchos aspectos culturales chocando” y en esa solución es toda la organización gubernamental y social la que debe intervenir.
El liderazgo en salud es multiparticipativo
En ese sentido un sistema como el nuestro que irrumpe con sus programas, no necesariamente tiene el éxito esperado en gran parte debido a un liderazgo erróneo. Por ello, no está de más el consejo del Dr. Sandro Galea, un epidemiólogo y médico especializado en las causas sociales de las enfermedades y a la vez decano de la Universidad de Washington en St. Louis, quien hablando sobre el futuro liderazgo en salud pública sugirió del mismo que debería ser: «humilde en su enfoque, abierto a aprender más sobre el mundo y sobre cómo mejorar cada vez más para hacerlo más saludable. Esto incluye tener la humildad de hacer preguntas e incorporar respuestas, incluso cuando las respuestas van en contra de lo que pensamos, o esperamos, que sea verdad».
Lo que el actual proyecto salubrista del gobierno no entiende es que el liderazgo institucional dentro del MSPAS e IGSS es pobre e inadecuado y esta desviado y no contribuye a lo que debería ser un programa nacional de salud. Para principiar el actual liderazgo dentro del MSPAS y del IGSS está alejado de lo que con sabiduría recomendó el Dr. Alan Keith, quien dijo: «El liderazgo se trata en última instancia de crear una forma para que las personas contribuyan a hacer que suceda algo extraordinario». Faltan voces dentro del sistema de salud que dediquen tiempo a formar lideres con ese concepto. Voces dentro como fuera del campo que piden cambios radicales en la forma en que hacemos lo que hacemos.
Ciencia sin valores es cosa vana
Hay dos elementos que resultan clave, dentro de la organización multisectorial de atacar el problema de la salud: la credibilidad en la ciencia. Muchas personas en todo el mundo no creen en la ciencia y en la credibilidad de esta para solucionar problemas de salud. El otro elemento es que dada la forma en que se comportan los funcionarios y la cantidad de engaños a que someten a la población (una falta de valores) la gente tiene poca confianza en el gobierno y sus instituciones y de eso no escapa ni el MSPAS ni el IGSS y luego además de ello nos enfrentamos a una polarización política ajena a la problemática de salud y su solución. La brecha es cada vez mayor entre las opiniones que ven la solución en atención a enfermos (que incluye enfoques en que lo comercial juega papel predomínate dentro de la implementación de soluciones de manera poco ética) y un enfoque con predominio de lo clínico como elemento de ganancia personal y comercial en lugar de atención a las enfermedades y dentro de eso tropezamos con una amplia gama de temas y actitudes, que han convertido el tema de salud en una característica dominante de la vida nacional sin acuerdos.
Resumen:
Hace unos días con otros colegas llegábamos a una triste reflexión: Cada cuatro años, nuestra nación, se somete a una elección que llena a instituciones, ciudadanos, incluso a los jóvenes y adolescentes, de esperanza que eso significa un cambio en el liderazgo ejecutivo. Nunca en el MSPAS o en el IGSS eso se ha dado. Es cierto y no se pude negar, que dentro del MSPAS y del IGSS se ha dado durante los gobiernos, una reorientación de las políticas y planes y programas de salud basados en evidencia científica, pero en esto hay que ser claros. Se han fortalecido los marcos teóricos de atención a la salud con evidencia científica, pero la transición de esas nuevas políticas y normas en planes de ejecución que impacten en la salud pública está muy lejos de lograrse y un liderazgo adecuado y participativo esta por darse.
A medida que mirábamos lo que se ha hecho en los últimos cincuenta no vacilamos en aceptar que si ha existido compromisos institucionales de apoyar políticas sólidas basadas en evidencia y ciencia y defender los esfuerzos para una salud y un bienestar óptimos y equitativos para todos. Pero la ejecución de esas políticas en muchos aspectos ha terminado en pobres logros en parte debido a carencia de líderes comunitarios, profesionales de la salud locales y otros para lograr el éxito. Las perspectivas y la orientación teórica de atención a la salud que hemos articulado durante muchos años, no son las erróneas y en esto no debamos dar marcha atrás. El guatemalteco quiere, y merece, aire y agua limpios, acceso a una buena alimentación, acceso a la atención médica, salud reproductiva, mental y mucho más de lo que hacemos y defendemos. Lo que realmente existe es una necesidad de establecer liderazgo en la creación de un mundo más saludable en las próximas décadas. el liderazgo debe ser consciente de las necesidades de la mayoría. Crear un mundo más saludable significa crear un mundo así para todas las personas, no solo para algunas. Pero hay otros elementos del liderazgo que necesitan consolidarse: el liderazgo debe basarse en principios. Esto significa que el liderazgo debe estar comprometido con una visión radical del futuro que se base en los principios de igualdad, justicia e inclusión.
Y para que un liderazgo como el mencionado arriba se dé: el liderazgo debe basarse en verdad. La lucha por la verdad, presupone muchos desafíos; desde análisis de fuentes de información fidedigna y demostrable, hasta su divulgación adecuada. En nuestro mundo, las voces que proporcionan información imparcial y basada en evidencia son cada vez más vulnerables, tienen una capacidad limitada y se encuentran en un mundo fragmentado.