Por DAVID McFADDEN
PUERTO PRÍNCIPE, Haití
Agencia/AP
Una inminente segunda vuelta electoral en Haití, que de antemano se había pospuesto una vez y enfrenta un profundo escepticismo, fue puesta en espera de manera indefinida ayer mientras los líderes del país buscan negociar una resolución a lo que pronto podría convertirse en una crisis constitucional en la empobrecida nación.
El Consejo Electoral Provisional decidió posponer las elecciones del domingo porque hay «demasiada violencia en todo el país», declaró Pierre-Louis Opont, presidente del órgano que supervisa los comicios, en una conferencia de prensa. En días recientes, varias oficinas electorales del país han sido incendiadas y la capital ha sido sacudida por violentas manifestaciones de la oposición en las que exhortaba a no realizar las elecciones.
Al anunciar su decisión, el consejo no dispuso una nueva fecha para los comicios. Tampoco se dijo si algún gobierno interino tomará el poder después del 7 de febrero, cuando se requiere que el presidente Michel Martelly deje el gobierno según la Constitución, o si permanecería en su puesto hasta que un reemplazo sea electo.
Estaba previsto que Martelly hablara al respecto el viernes por la noche en un mensaje a la nación, pero canceló su discurso sin ofrecer un motivo. En vez de eso, funcionarios del gobierno se reunieron en un consejo extraordinario de ministros para analizar cuestiones de orden y seguridad públicos.
Los opositores al gobierno de Martelly han insistido en que la primera ronda de los comicios presidenciales del 25 de octubre fue empañada por un fraude masivo en favor del sucesor elegido por el presidente, el empresario Jovenel Moise. La segunda vuelta estaba programada originalmente para el 27 de diciembre y luego se reprogramó para el domingo.
Jude Celestin, también empresario y que era el otro candidato en competencia, dijo que boicotearía la elección, aunque su nombre se mantuviera en las boletas.
Ningún candidato dio respuesta de momento a los mensajes en busca de comentarios sobre la decisión del consejo electoral.
Los manifestantes que piden detener la elección del domingo y una nueva votación han incrementado la creciente violencia en días recientes, lo que llevó al consejo a concluir que era demasiado arriesgado intentar llevar a cabo los comicios. El país apenas tiene un manejo inestable de la seguridad, ello incluso con la ayuda de los soldados y la policía de una fuerza pacificadora de las Naciones Unidas que ha estado en Haití desde 2004 por el levantamiento que derrocó al entonces presidente Jean-Bertrand Aristide.
Las escuelas que han sido utilizadas como centros electorales y estaciones de votación en varios poblados del país han sido atacadas e incendiadas en días recientes, y los materiales electorales en una zona remota de Haití fueron robados por hombres armados, dijo Opont.
Las recientes protestas de la oposición en el centro de Puerto Príncipe han incrementado la tensión con partidarios que lanzan piedras y encienden barricadas en las calles.
Miles de manifestantes festejaron ayer tras la noticia de que las elecciones serían pospuestas. Grupos conformados en su mayoría por jóvenes se dirigieron a Petionville, un distrito sobre una ladera y hogar de algunos de los hombres más adinerados de Haití, donde quebraron ventanas de automóviles, prendieron fuego a algunos de los vehículos y arrojaron rocas contra la policía.
Ha habido una creciente preocupación de que una segunda vuelta con fallos llevaría al país de 10 millones de habitantes al borde de la inestabilidad, lo que echaría por tierra una década de relativa estabilidad política y frenaría la inversión extranjera.
Las votaciones siempre son difíciles en Haití, que vio su primera elección genuinamente democrática en 1990, seguida de cerca por un golpe de Estado. Si bien ha habido escasez de boicots de la oposición desde entonces, esta es la primera vez que un candidato presidencial boicotea una segunda vuelta después de avanzar a ella.