Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

A los pocos minutos que trascendió la noticia de las primeras capturas de los militares acusados de delitos cometidos durante el conflicto armado interno, se alzaron las voces reviviendo el tema ideológico de la derecha versus la izquierda y ello nos recordó la enorme polarización que se vivió hace unos meses con el caso de Ríos Montt.

En su momento, esa polarización centró el debate y nos entretuvimos tanto en ella que no seguimos viendo cómo componíamos nuestro Estado y sus maneras de operar, sino que solo caímos en la descalificación y predominó la intolerancia.

Nos guste o no, la justicia es la justicia tanto para la derecha como para la izquierda y si alguien tiene en sus manos algún caso y pruebas en contra de exguerrilleros que hayan cometido hechos susceptibles de ser considerados delitos, es conveniente que lo presente tal y como han hecho muchas de las familias víctimas del conflicto.

Seguramente no sería la Fiscalía de Derechos Humanos la que siga el caso, sino tendría que ser la de Delitos en Contra de la Vida (un particular no viola derechos humanos, pero una persona actuando en nombre del Estado sí), pero sería deber del Ministerio Público (MP) darle seguimiento.

Yo nunca he creído que la justicia pase por el olvido ni de uno ni de otro y por eso es que considero importante quitarnos la venda y poder enfrentar los temas, que aunque espinosos, sean necesarios dilucidar. No todos, pero algunos de los capturados el día de ayer son, en tiempos presentes verdaderos capos y amos de los poderes paralelos del Estado y no me refiero a Benedicto Lucas.

Pero al margen de todo esto, la gran pregunta es: ¿dominará el tema ideológico o seguiremos apoyando a la Fiscal en su lucha en contra de la impunidad y la corrupción?

A Paz y Paz se le criticó porque se dijo que el tema de los derechos humanos era su única lucha.

En cambio, Thelma Aldana en compañía de Iván Velásquez, primero inició con temas de corrupción e impunidad, algo que tanto hemos solicitado los guatemaltecos y luego dio paso a situaciones de derechos humanos que además permitieron poner en la mira a capos del poder paralelo.

Insisto que la Fiscal igual debe investigar excesos cometidos por el otro bando, pero lo de ayer no puede ni debe significar que quienes han apoyado a Aldana en su lucha, ahora deban darle la espalda porque entonces estarán mandando un mensaje de que para ellos la justicia debe ser selectiva y que el país debe seguir como está.

Es mejor que la justicia sea pareja y que trabajemos para hacer un gran esfuerzo con el afán que todo aquel que se saltó o salte las trancas pague las consecuencias, pero la ideología no puede hacer que lo que se hizo o se haga de ahora en adelante se detenga o se mine.

Los tiempos que vive nuestra Guatemala no dan cabida a que las ideologías estanquen el camino (para ningún bando) sino requieren de compromisos serios y que aprendamos a abordar temas espinosos porque de lo contrario, nos quedaremos igual o incluso, peor que antes.

Hay que saber que habrá grupos que sentirán que lo de ayer es un mensaje directo para ellos, pero es que todos debemos entender que si queremos una Guatemala mejor, no podemos seguir haciendo con una mano una cosa y con la otra hacer algo completamente diferente.

Nuestra actitud como sociedad, ante lo que pasó ayer, nos permitirá medir qué tan comprometidos estamos en esta lucha y con el proceso de cambio o si solo era una cosa del diente al labio. Exigir que se hagan otras investigaciones es un derecho válido, pero lo que no se vale es zafarle la varita al futuro de Guatemala que pasa por la lucha contra la impunidad y la corrupción que inició en abril del año pasado.

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