Diseño La Hora / Roberto Altán
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Marco Rubio publicó ayer en The Wall Street Journal una columna de opinión explicando la razón de su viaje a Centroamérica, que incluye su arribo a Guatemala. Dice que es un radical cambio de postura del Departamento de Estado porque significa trabajar estrechamente con los países cercanos, lo que permitirá abandonar las políticas que dejaron que los “problemas de estos pueblos se agraven y se pierdan oportunidades porque Estados Unidos descuidó a sus socios”.

En un video posterior, Rubio expresó que parecía que a muchos países les iba mejor siendo enemigos que aliados de Estados Unidos y que era el momento de trabajar juntos por la región. 

Es un hecho que la migración es uno de los temas prioritarios para el gobierno de Trump y su Secretario de Estado visitará estos países, generadores de enormes olas migratorias, para enfrentar los problemas causantes de tanta migración, según lo que él mismo expuso en su escrito publicado ayer. En ese contexto es indispensable que el gobierno de Guatemala aborde con él un tema crucial, como es el de la necesidad de una seria reforma del Estado para acabar con la corrupción que empobrece a tantos y los expulsa a Estados Unidos porque aquí no encuentran cómo sobrevivir.

Si Arévalo le explica a Rubio la estrecha relación de causa y efecto que hay entre la corrupción existente y la migración, sin duda que el primer Secretario de Estado de origen hispano podrá comprender fácilmente cual es la ruta que se debe emprender en la relación con Guatemala para enderezar un sistema viciado. Si a eso se le suma el rol que el narcotráfico está jugando en el país, las cosas quedan aún más claras. Paradójico resultará que algunos de los más fanáticos simpatizantes de Trump en Guatemala sean los promotores de la corrupción y la impunidad que quedaron sin visa por ser declarados por los mismos Estados Unidos como actores corruptos y ellos son los que siguen impidiendo que lo que todo el pueblo ordenó en las elecciones pasadas se convierta en realidad.

Basta invitar a Rubio a llevar su mente a alguno de los pueblos abandonados del interior del país y que están en la ruta del migrante para que entienda por qué tanto guatemalteco se tuvo que ir de Guatemala. No se fueron para crear un problema a Estados Unidos, sino viajaron con el corazón partido, dejando atrás a sus familias, para agenciarse de recursos suficientes para mantenerlos y poder aspirar al sueño americano. Y explicarle cuánto recibe el país en remesas y lo que eso significa para el Producto Interno Bruto pero, más que eso, para mantener a sus familias, que coman y que la educación y al salud sean accesibles.

Rubio quiere establecer una nueva relación con Guatemala y con él puede haber un acuerdo gana-gana si nos centramos en que no se sigan protegiendo a esos operarios de la corrupción que se han adueñado de los fondos públicos y demos paso a los que quieren, confían e invierten en Guatemala. Mucha contratista y funcionario han entrado a la fiesta de la corrupción sin invertir nada en el país y su gente y por eso urge cambiar el podrido sistema de justicia que castiga a los que luchan por la prosperidad de todos y perdona a los que meten millones en maletas. Las fotos de las maletas de Benito pueden ser una buena parte de la presentación cuando se aborde el tema de la corrupción.

Se presente una nueva oportunidad y juntos, la debemos capitalizar por el bien de la gente.

Redacción La Hora

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