Desde que inicié a ejercer la profesión, hace más de cincuenta años, he visto con preocupación cómo las enfermedades bucales, dado su naturaleza y complejidad, así como el costo para su tratamiento, no siempre están al alcance de todos los bolsillos. Esto deja por lo menos un 85% de la población sin posibilidades de atención. Este comportamiento de marginación también se asocia con el hecho de que atender un problema dental es percibido, en general, más como una necesidad estética que como un problema de salud. La situación se complica aún más cuando la población asocia estos problemas con fenómenos hereditarios o con la edad.
Sin embargo, este escenario parece que puede cambiar en los próximos cinco años, gracias a una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece que las enfermedades bucales deben considerarse una prioridad epidemiológica bajo el lema: «No hay salud sin salud bucal».
En una medida histórica, la OMS declaró el período 2025-2030 como el Quinquenio de la Salud Bucal, subrayando que “no hay salud general si no hay salud bucal”. Esta iniciativa busca orientar a los países miembros hacia políticas integrales y preventivas que prioricen el cuidado bucal como parte esencial del bienestar general. Las directrices incluyen:
1. Promoción de políticas preventivas: Implementar estrategias de prevención primaria, como campañas educativas sobre higiene bucal, reducción del consumo de azúcar y promoción de dietas saludables.
2. Integración en sistemas de salud: Asegurar que la atención bucodental esté integrada en los sistemas de salud nacionales, incluyendo servicios de atención primaria.
3. Acceso equitativo: Garantizar que todas las personas, especialmente en comunidades vulnerables, tengan acceso a servicios de salud bucodental de calidad.
4. Formación y recursos: Capacitar a profesionales de la salud en la detección temprana y tratamiento de enfermedades bucodentales.
5. Colaboración intersectorial: Fomentar la colaboración entre gobiernos, organizaciones de salud y la sociedad civil para implementar medidas efectivas y sostenibles.
La salud bucal es mucho más que dientes blancos y sonrisas perfectas; es un componente fundamental del bienestar integral. Según la OMS, implica la ausencia de dolor orofacial crónico, de enfermedades como el cáncer oral, problemas periodontales, caries, pérdida dental y defectos congénitos como el labio leporino o el paladar hendido, entre otros. Además, es un indicador clave de la salud general, ya que su impacto no solo es físico, sino también emocional y social.
A pesar de esto, el interés actual por la estética dental, aunque legítimo, ha desplazado en gran medida las prioridades hacia modificaciones cosméticas, como el diseño de sonrisa. En algunos casos, estos procedimientos comprometen la salud dental. Por ejemplo, el uso de carillas o facings requiere la remoción del esmalte dental, una capa natural que protege el diente. A diferencia del cabello o las uñas, el esmalte no tiene capacidad de regeneración; cualquier alteración es permanente, aumentando el riesgo de fracturas, sensibilidad y pérdida de funcionalidad del diente.
Esta declaración de la OMS es un hecho histórico firmado por los países miembros, incluido Guatemala. Establece guías técnicas necesarias para que el Ministerio de Salud incluya dentro de sus políticas la prevención y tratamiento de las enfermedades bucales, asignando recursos económicos y humanos para cubrir a la población que actualmente carece de acceso a acciones preventivas y tratamientos.
Para cumplir con esta meta internacional, el Ministerio de Salud Pública tiene dos opciones:
1. Incrementar e implementar los servicios públicos en el campo de la salud bucal, lo cual implica grandes inversiones en equipo y personal especializado.
2. Destinar recursos dentro del presupuesto para transferirlos a clínicas dentales privadas, estableciendo programas sociales que amplíen la cobertura hacia los sectores más pobres y marginados.
Ambas estrategias son desafiantes. Para el Ministerio, implican cambios drásticos en sus prioridades y en su operación diaria. Además, es fundamental recordar que la odontología tiene como meta principal tratar y resolver enfermedades, no solo aliviarlas o postergarlas con medicamentos.
Es hora de reconocer que la salud bucal debe ocupar un lugar prioritario en las políticas de salud pública. Sin ella, la salud integral no es posible.