Los periodistas celebramos el 30 de noviembre el Día del Periodista, por ser la fecha que instauró el Decreto 47-72, al declarar 1972 como “Año de la prensa nacional” y conmemorar la publicación en noviembre de 1729 de La Gaceta de Guatemala, el primer periódico de Centroamérica.
Presento fraternal saludo a mis colegas de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) que celebra 77 años de existir y a los del centenario diario La Hora, extensivo al gremio a nivel nacional.
A quienes cubren las principales fuentes del sector público en los Poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial. A los que le siguen la pista a las actividades del sector privado nacional y transnacional. A quienes arriesgan integridad y seguridad personal, cubriendo fuentes relacionadas con actividades de narco y crimen organizado (NACO).
A periodistas comunitarios que desde sus pueblos, territorios y comunidades son “los ojos y oídos de la gente”. A quienes ante cámaras televisivas o micrófonos radiales cumplen la tarea de informar. A corresponsales, comunicadores, productores, reporteros, redactores, editores, diseñadores, diagramadores, locutores, fotógrafos, columnistas, directores, reciban fuerte apretón de mano.
Tenemos el deber ciudadano y profesional de defender la libertad de emisión del pensamiento, así como ejercer el derecho a informar, buscar y recibir información. El propósito fundamental de todo periodista es comunicar a la opinión pública nacional e internacional con claridad, integridad e imparcialidad. Buscar la verdad para orientar con objetividad y sin ninguna inclinación.
En Guatemala como en otros países, ejercer la profesión de periodista es de alto riesgo, en particular para las mujeres periodistas y se acentúa más con quienes trabajan en áreas rurales, implica recibir agravios y vulneración de derechos de todo tipo, que significa violación de derechos humanos y libertades fundamentales de las personas.
Los resultados históricos de la intolerancia en Guatemala son claros, criminalización y judicialización de periodistas, detenciones arbitrarias e ilegales, desaparición forzada o involuntaria, ejecuciones sumarias y extrajudiciales, acoso, intimidaciones, atentados, exilio, es la historia del periodismo y los periodistas de los últimos 70 años (1954-2024).
Podría citar nombres de mujeres y hombres periodistas que durante estos 70 años fueron inmolados, perseguidos, reprimidos, encarcelados u obligados al exilio, por falta de memoria no quiero pecar de excluyente; todos los casos son de conocimiento público nacional e internacional y ocurrieron durante las épocas más oscuras de terror de dictaduras militares o Gobiernos civiles fundamentalistas, intolerantes y autoritarios.
Esa cultura de violencia y de violación a derechos humanos de actores del Estado debe terminar. El actual presidente constitucional Bernardo Arévalo, ha dicho que su Gobierno es respetuoso de la libertad de expresión, pensamiento, información, investigación y prensa.
Su retórica política se corresponde con la práctica, la muestra es la reciente firma de la Declaración de Chapultepec de 1994, con carácter hemisférico, que establece 10 principios de la libertad de prensa y expresión en las Américas. Una señal positiva del presidente Arévalo que reafirma un compromiso de su Gobierno que confiamos se cumpla.
No basta con firmar declaraciones, para completar el marco de respeto y protección a las libertades de prensa y expresión, hace falta que este Gobierno, reactive el diálogo para concretar la aprobación del Programa de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos que la APG propuso hace años y tiene décadas de estar engavetado.
Contar con un programa de protección, es buen motivo para celebrar el próximo Día del Periodista. ¿Cuándo será?