Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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César Montes es un hombre singular, un revolucionario combatiente internacional. Como dice su libro: “la guerrilla fue mi camino”. En el aspecto humano, Montes un hombre valiente, útil a la causa de lograr la justicia so­cial, un hombre con valor y templanza. El 9 de octubre, Montes recobró su libertad luego que la Sala Primera de Mayor Riesgo le otorgara una medida sustitutiva, y debe acudir a citas médicas y, por lo tanto, la Sala consideró su situación. El arresto domiciliario otorgado es para que se pueda movilizar únicamente en el departamento de Guatemala. El abogado de Montes, confirmó que salió de Mariscal Zavala por razones humanitarias, pues lograron demostrar que tiene varios padecimientos de salud, entre estos problemas de la vista, memoria, rodilla y próstata.

Recuérdense que un tribunal condenó, el 29 de marzo de 2022, fue sentenciado a 175 años de presión, al ex comandante guerrillero, Julio César Macías, por el asesinato de tres soldados en una comunidad indígena en 2019. El fiscal había pedido cincuenta años de prisión para César Montes, pero a los jueces del referido tribunal le impusieron una pena tres veces y medio más grande. El icónico comandante guerrillero fue capturado en México y deportado sumaria e ilegalmente por las autoridades del Instituto Nacional de Migración y un destacamento de la Marina de ese país el 10 de octubre de 2020. César dijo: «Estoy dispuesto a demostrar que soy inocente. Primero, que no estaba presente (en la refriega), segundo que nunca di una orden de fuego de nada».

Este homosexual de Giammattei, con su novio, esposo o amante de Miguel “Miguelito”  Martínez Morales, esos dos enfermos, corruptos, enfermizos del alma y con su madriguera infernal. Giammattei todavía hay una narco dictadura multipartidista, porque, como dijo el presidente Arévalo, no cambia su enfoque sobre el peligro que representa fiscales y jueces están en manos del Pacto de Corruptos.

En su momento, Alejandro Giammattei, dijo a César Montes, declararlo como el hombre más buscado del país, los jueces, una presión inconmutables al ser encontrado culpable de los delitos de asesinato y asesinato en grado de tentativa, señaló el Ministerio Público.   «Celebro que César Montes haya sido condenado a 175 años de cárcel tras ser vencido en juicio por el asesinato de 3 soldados en pleno cumplimiento del deber.”

La anterior digresión resulta ineludible para situar la figura de César Montes, el hombre revolucionario, con una formación social, moral e intelectual de las generaciones anteriores. Cuando me invade la morriña, antes con el papel y el lápiz, hoy con la computadora; empiezo a dibujar relatos y vivencias, y no puedo dejar de recordar a los forjadores de estas generaciones. No puedo dejar de sentirme vivo al lado de todo ese grupo de amigos universitarios, que nos enseñaron a diferenciar entre la libertad y la opresión, entre la dignidad y el vasallaje, entre la justicia y la arbitrariedad, entre la decencia y la inmoralidad.

En Guatemala, es absolutamente deficiente la administración de justicia, porque la corrupción está impartida por los tribunales de la República; porque están cooptados todos los tres organismos del estado: Organismo Judicial, Organismo Legislativo, Organismo Ejecutivo; y el Ministerio Público, la Corte de Constitucionalidad (C.C.), Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), la Procuraduría General de la Nación, Tribunal Supremo  Electoral (TSE), la Contraloría General de Cuentas y etcétera, se han involucrado en el tema de justicia, equidad, rectitud, imparcialidad y derecho, una virtud que nos ha sido enseñada, como el dar a cada uno lo que le pertenece; pero que como virtud y como ideal, es lamentable que se haya quedado en los textos de estudio, en el campo doctrinario y en la fría letra de los códigos, no teniendo una dinámica correcta, consciente y honesta, en su aplicación por parte de algunos juzgadores.

En fin, en un país tercermundista como el nuestro, se conjugan una serie de factores que constituyen escollos en el sendero de la jus­ticia. De esa sensación de satisfacción que experimenta el ciudadano cuando un Juez reconoce un derecho, porque es un letrado honrado y honesto, un funcionario judicial diligente y capaz. Entre juzgadores y fiscales, debe privar la aceptación de los errores, desterrar esas posiciones de un academicismo rígido y prepotente y tener como propósito reencaminar procedimientos, con el fin de lograr una pronta y cumplida justicia. La implementación en las instituciones de criterios autoritarios y despreciativos, las hizo perder credibilidad en el pasado y por ello deben revisarse sus acciones con un profundo espíritu de seriedad, solidaridad y responsabilidad, a fin de que su continuidad histórica sea la más correcta y adecuada. Ello lo hemos repetido infinidad de veces y seguiremos velando por una institucionalidad eficiente, sin aberraciones y sin vulneraciones. No es aceptable que con más de treinta y nueve años de haber escogido e iniciado como sistema de vida una democracia, aunque incipiente,  tolerante, progresista e igualitaria o solo de fachada. Porque la ciudadanía honrada y decente ya se está colmando, y un día podría ser el pueblo, quien arme un tumulto social y lamentablemente atentan contra  las instituciones.

César Montes es una persona que no pierde su humanidad y que es un hombre que tiene mucha importancia del enorme dolor ajeno. Que come, ríe, llora y no se olvida de todo en el dolor que lleva en el alma con su aureola de revolucionario.

Y termino mi columna de hoy, cuando César sigue reafirmando su postura de justicia, de solidaridad y de fraternidad, si «enlaza los principios filosófico‑morales que sustenta en teoría con la conducta que tales principios le llevan a observar en la práctica».

Cuando la dictadura es un hecho, la revolución se vuelve un derecho. (Víctor Hugo)

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