Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt
Los guatemaltecos llevamos tiempo de estar enfrascados en serias discusiones por temas como los de la impunidad, la corrupción y el mal comportamiento de nuestros políticos. Tanto es así, que poco a poco hemos ido dejando de lado otros asuntos también álgidos y desesperantes, como el vivir cada vez más embotellados en el intrincado tránsito de vehículos. No importa el lugar, la hora o cualquier razón y circunstancia.
Hace poco, en un atardecer por el área de Las Majadas de la zona 11 de la ciudad capital, estuve embotellado por largo rato a la par de un grande y lujoso autobús que conducía a un grupo de turistas extranjeros, lo que me permitió meditar sobre que no sería mala idea tomar a todos los integrantes del Concejo Municipal de la Ciudad de Guatemala (con el Alcalde, tres síndicos y diez concejales) para que antes de tomar posesión de sus cargos en enero 2016 pudieran percatarse de lo que representa sufrir penas, pérdida de tiempo, intranquilidad y provocar daños a su propio vehículo automotor y un desmesurado como costoso consumo de combustibles y lubricantes. Antes, esto era ocasional, pero de un tiempo a esta parte en nuestra ciudad capital, se volvió cosa de todos los días.
Llegamos al caos total, por lo que es urgente evitarle a la población tantos daños y perjuicios por la falta de planificación y realización de proyectos municipales desde hace como 15 años. Es urgente dar facilidades para poder trasladarse rápidamente de un lugar a otro a cumplir con sus deberes y responsabilidades. Al hablar de obstáculos que nos impiden la libre locomoción, no me refiero a paros, huelgas, bloqueos u otra índole de obstáculos que nos impide la libre locomoción. Hablo de zonas enteras de la ciudad con embotellamientos, sea por un accidente a muchos kilómetros de distancia o por sufrir otros desperfectos mecánicos o colisiones. Las antes llamadas “horas pico”, para llevar a los hijos a los colegios o para concurrir a nuestros centros de trabajo se volvieron veinticuatro. No hay horas del día o de la noche en que las calles de nuestra ciudad no sean motivo de terribles embotellamientos o escenarios de espantosos accidentes de tránsito.
Estoy seguro que la responsabilidad no solo recae en el Alcalde de la ciudad, también es deber del resto de trece personas que integran el Concejo Municipal por el deber que tienen de ejecutar y dar seguimiento a políticas, planes, programas y proyectos relativos al mejoramiento de la red vial, del transporte colectivo, como a imponer orden, control y seguridad en una ciudad que sobrepasa varios millones de habitantes. La crisis urge resolverla. ¿Cuánto tiempo más vamos a esperar para exigirlo?