Foto La Hora / MP / Envato

El incidente en el que terminó sopapeado Allan Rodríguez, tras enfrentarse a su colega diputado Luis Aguirre, parece haber alegrado a muchos ciudadanos según las expresiones que pueden verse en redes sociales; pero el fondo del pleito es algo muy delicado que vino a confirmar lo que es secreto a voces. En efecto, todo reventó porque Allan Rodríguez, el rostro más visible del partido Vamos de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez, advirtió a los diputados presentes en la fiesta de cumpleaños que si aprobaban la iniciativa del gobierno para ampliar el presupuesto les echaría a la Fiscal General, Consuelo Porras, para que los pusiera en orden.

Se tiene que recordar cómo varios diputados, encabezados por Álvaro Arzú Escobar (hijo de quien convirtió en “político” a Allan Rodríguez) tuvo que volver a la carrera a la sesión en la que se conoció el antejuicio contra los magistrados del Tribunal Supremo Electoral porque al no alcanzar los votos alguien “les echó” a la Fiscal y su gente. Tanto así que los ausentes empezaron a recibir llamadas para recordarles algunos trapos por casos con los que el Ministerio Público chantajea cuando lo considera necesario para “ponerlos en orden”.

De suerte que la afirmación que se hizo pública sobre el motivo del pleito a trompadas, cuyos efectos medio disimuló el maquillaje, no puede sorprender a nadie porque es justamente una práctica que ya se ha utilizado cuando hay algún punto que le interesa a la mafia que sea aprobado por el pleno del Congreso. Y es que desde hace muchos años tenemos diputados en el Organismo Legislativo que no actúan como legítimos representantes del pueblo sino de perversos intereses y por ello votan a cambio de dinero, más comúnmente, o bajo presiones en las que se les advierten que su misma libertad está en juego por los tantos trapos shucos que acarrean.

Esto tiene que cambiar y ahora es un buen momento para enderezar el rumbo, tal y como se hizo en enero cuando se dijo que se privilegiaba una agenda de país.

Eso no puede ni debe ser el papel de un Ministerio Público que cumpla con sus obligaciones puesto que vemos el contraste entre la lentitud o simplemente la resistencia total para investigar la corrupción de quienes nombraron a la fiscal y la velocidad que usan para perseguir a quienes se colocan en una posición crítica ante los efectos de la corrupción.

Por supuesto que en algunas ocasiones, como ocurrió con el antejuicio de los magistrados del TSE, actúan sin alboroto público, pero ya sabemos que Allan Rodríguez no se distingue precisamente por su talento para actuar y para expresarse. Y por ello fue que en la fiesta de cumpleaños no se anduvo por las ramas para lanzar la tenebrosa y funesta amenaza que persigue asegurar votos mediante el ya probado mecanismo de la amenaza.

Redacción La Hora

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