Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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El desplome bursátil y financiero registrado entre el pasado viernes 2 y el lunes 5 de agosto confirmó el avance de una nueva crisis mundial que arremete contra la humanidad, la cual tendrá efectos devastadores para el orbe.

Los principales rasgos del fenómeno se han venido conformando en los últimos años, aunque los medios masivos de comunicación han mantenido relativo hermetismo sobre el asunto, como es usual, ya que son instrumentos del gran capital internacional que gobierna al mundo.

El antecedente de la crisis que se avecina fue la llamada Gran Recesión​ o Crisis de 2008, como se conoce a la crisis económica mundial que comenzó en ese año, que tuvo su origen en Estados Unidos. Según los especialistas, entre los principales factores que se atribuyen como causas de la crisis se encuentran los fallos en la regulación económica,​ la sobrevaloración de productos financieros, una crisis alimentaria mundial, la subida del precio del petróleo por la invasión de Irak por parte de Estados Unidos​ y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia-hipotecaria y de confianza en los mercados.

Los rasgos principales del fenómeno que enfrentamos aún se están conformando y manifestando, por lo que es muy difícil anticipar todas sus características y sus efectos de todo tipo, pero se puede asegurar que serán devastadores. Además, es imposible explicar un fenómeno global en desarrollo, en un espacio tan limitado como un artículo periodístico. Por estas razones, mi esfuerzo analítico se centrará en algunas reflexiones iniciales, que intentaré ir desarrollando en la medida que la verdadera dimensión de la crisis se exprese.

Desde el inicio del sistema capitalista, las grandes decisiones económicas, financieras y políticas han sido tomadas por poderosas élites que, como el Grupo Bildelberg, determinan el rumbo de la humanidad sin consultarle. Por antidemocráticos, privilegian el secreto y la desinformación, razones por las cuales la ciudadanía de a pie sufre las consecuencias pero sin conocer causas ni razones, y sin poder prevenirse y mitigar el riesgo. Es claro que, como en 2008, quienes sufren las peores consecuencias son las sociedades más pobres y periféricas, como ya sucede en África y América Latina.

Un elemento toral que la humanidad desconoce, es que las crisis periódicas son un elemento recurrente del capitalismo mundial, analizado brillantemente por Immanuel Wallerstein (28 de septiembre de 1930-31 de agosto de 2019), un sociólogo y científico social histórico estadounidense que llegó a ser el principal teórico del análisis de sistema-mundo. Uno de sus principales aportes teóricos fue la explicación histórico-crítica de la historia, el desarrollo y los mecanismos globales y funcionales del capitalismo desde el siglo XVI hasta nuestros días, mediante la colectivamente aceptada teoría del sistema-mundo.

La obra de Wallerstein es vasta, pero en 2005 se publicaron tres libros que resumen sus aportes sobre el tema: a) Estados Unidos confronta al mundo. Madrid, Siglo XXI Editores. b) La decadencia del poder estadounidense. Estados Unidos en un mundo caótico. Santiago de Chile. Lom Ediciones. c) La crisis estructural del capitalismo. México, Editorial Contrahistorias.

Hasta ahora, el rasgo principal de la crisis es el temor a una recesión mundial, originada en EE. UU., como en 2008, aunque también se expresarán los otros factores listados en el tercer párrafo de este artículo.

En los EE. UU., el inicio y fin de las recesiones nacionales son determinados por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés). La NBER define una recesión como «un declive significativo en la actividad económica, propagado por toda la economía y con una duración mayor a unos pocos meses, siendo normalmente visible en el PBI real, el ingreso real, empleo, producción industrial y las ventas totales al por menor.» Ha habido hasta 47 recesiones en los Estados Unidos desde 1790, que han afectado crecientemente a economías en una escala mundial, especialmente debido a que la globalización entrelazó más a las economías.

Actualmente, hay cinco factores de gran envergadura que inciden en las recesiones por venir, que antes no eran tan manifiestos: las pandemias globales, la crisis energética, el cambio climático/hambruna/migración, la proliferación de guerras con contendientes que cuentan con armas nucleares, y la crisis del dólar como respaldo de cientos de monedas en el mundo, por el monto desmedido de su deuda pública, compuesta por billetes sin respaldo.

El Departamento del Tesoro de EE. UU. publicó el monto de su deuda pública total, al 29 de diciembre de 2023, que, por primera vez en la historia superó los 34 billones de dólares, afectando gravemente a los sistemas de crédito de varios países, incluido el propio EE. UU., lastrando con ello el desarrollo económico mundial. Esto quiere decir que la economía de EE. UU. está técnicamente en default, pues debe pagar dos mil millones de dólares diarios por intereses de su deuda, que es la ruina a futuro de EE. UU.

Así, la humanidad se enfrenta a una tormenta perfecta, en la que se entrelazan factores de gran envergadura, que dejarán devastado al orbe, y nos llevará tres o cuatro generaciones superarlo.

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