Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Ahora resulta (nos quieren hacer creer) que nunca ha habido corrupción en Guatemala.  Ni obras sobrevaloradas, ni indecorosos funcionarios públicos, menos pseudo empresarios que pagan coimas por ganar obras públicas o abastecer hospitales con productos a precios absurdamente elevados.  Todo esto, según quienes mandan en Gerona, todo fue pura ficción.  Una alucinación de todos los guatemaltecos.

Uno tras otro, el sistema de justicia va soltando a todos y cada uno de los exfuncionarios de distintos gobiernos (los de Colom, Morales y Giammattei, por poner algunos ejemplos), quienes han sido acusados de amasar inmensas fortunas por medio de la corrupción.  De haber exigido sobornos por adjudicar y por pagar contratos para abastecimiento de hospitales o de obra pública, carreteras y puentes que no han resistido ni el primer invierno, si es que fueron finalizadas.   Funcionarios y dizque empresarios que, compitiendo en igualdad de condiciones, no lograrían una fracción del “éxito” que hoy tienen.

Desde Gerona, voceros no oficiales y adláteres, manejan una narrativa para disfrazar acciones pueriles por parte de sus jefes (y de quienes generosamente los untan y hasta los insultan).  ¿Ahora resulta que el centro del gobierno anterior no estuvo involucrado en la inmunda compra de las vacunas rusas?  ¿Y el exministro del payaso no estuvo involucrado con los más de 120 millones encaletados en una casa en Antigua Guatemala, así como de recibir una “mega” obra que se derrumbó desde el primer invierno?  ¿Y los exfuncionarios de Pérez Molina no recibieron sobornos del “empresario” español para operar una terminal portuaria propia en los terrenos de Puerto Quetzal?  ¿Y también es falso que el secretario de los Colom amañó la elección de cortes desde un hospital capitalino?  ¿Y los billetes de 200 quetzales no están encaletados, sino que desaparecieron por arte de magia?

La corrupción en Guatemala es muy real y sus consecuencias afectan directamente a las personas más pobres y vulnerables del país.  Se les niega una alimentación adecuada desde que están dentro del vientre de su madre, hasta los 2 años (la ventana de los 1,000 días), condenándolos a padecer desnutrición crónica infantil, condición que no les permitirá desarrollarse plenamente en lo que les queda de vida.  Se les niega atención médica básica, así como una educación que les permita obtener trabajos bien remunerados con los que gozarán de una vida plena.

La corrupción en Guatemala es tan real, que cada día resulta más difícil transitar por las carreteras del país, ya sea porque están hechas pedazos y no les dan mantenimiento o porque no las finalizaron.  El aeropuerto da vergüenza.  Pero no hay corrupción, dicen allí en Gerona.

La corrupción no es una alucinación de los guatemaltecos.  Es muy real y literalmente nos mata.

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