Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Quetzaltenango es ciudad, es municipio, es departamento, aunque lo que nace en 1524 es un territorio de mezclas sutiles, mezclas territoriales, mezclas culturales porque la antigua Culahá creada por los mames es transformada por los quichés en Xelajuj Noj, traducida como Bajo los Diez Poderes, que a la postre es bautizada como tierra de quetzales, Quetzaltenango, llamada así por los invasores españoles y sus acompañantes tlaxtaltecas. La actual ciudad de Quetzaltenango es el resultado de cientos de años de transformación social, de tal forma que nos encontramos en el 2024 en un territorio donde emerge una cultura variada, compleja, de naturaleza occidental, con raíces quichés. La Ciudad de Quetzaltenango es un subconjunto del municipio de Quetzaltenango. La relación ciudad municipio es importante para poder entender los retos que se tienen luego de estos siglos de transformaciones.

Lo que caracteriza en el Siglo XXI a Quetzaltenango es que se ha convertido en una ciudad de servicios educativos, desde pre primaria hasta un complejo universitario, que incluye centros de investigación que le dan un enorme potencial de innovación científica y tecnológica. Pero también es un centro de servicios de salud que tiene una red de hospitales nacionales y privados, con enorme potencial de innovación. La ciudad también es un centro deportivo, que le da cabida a la práctica de decenas de disciplinas, en donde su equipo de fútbol, el Xelajú Mario Camposeco, refleja la profunda identidad local de los y las quetzaltecas. La ciudad es el centro de la poesía nacional, con sus Juegos Florales Iberoamericanos, centro del teatro, la prosa, de la música y esencialmente la cuna de la marimba, de los marimbistas y de los marimberos, los poetas y los artesanos, de la pintura, del color y del paisaje, punto focal de la Luna de Xelajú.

La ciudad en el Siglo XX se desarrolló intensamente como un espacio industrial, y aunque quedan industrias, esta faceta industrial se ha debilitado relativamente debido a la ausencia de políticas municipales y nacionales que permitan el desarrollo industrial. Es una ciudad de acelerado crecimiento de población urbana y periurbana y con ello también trae crecimiento inmobiliario, un tanto desordenado como se refleja en el aumento de los centros comerciales y proyectos habitacionales que han usurpados las cuencas naturales existentes. Aquí en el Siglo XXI se empiezan a diluir los límites urbano rural, porque muchas zonas rurales han sido alcanzadas por desarrollos habitacionales y actualmente por proyectos mineros que destruyen las bellas montañas ante la mirada pasiva de los y las quetzaltecas que ven como la urbanización da lugar a la deforestación y con ello viven en carne propia las ya comunes inundaciones urbanas en la ciudad de Quetzaltenango, las que pronto serán el escenario de deslaves y lahares, regalo de las autoridades municipales al hacerse los ciegos ante el abuso de las mineras del Palajunoj.

La ciudad de Quetzaltenango crece a un ritmo aproximado del 2% según los datos oficiales. Sin embargo, yo creo que dicho porcentaje es mayor si se considera que por un lado hay una población permanente y una enorme población flotante que viene a Quetzaltenango por servicios y otra que vive temporalmente en la ciudad, aunque no se reporte como de Quetzaltenango. Si bien en el 2015 se pueden estimar unos 200,000 habitantes, eso significa que en el 2030 habrá aproximadamente 270,000 habitantes y el 2050 tendremos 500,000 habitantes, considerando que he utilizado una tasa de crecimiento baja y que no he considerado que lo que actualmente se llama ciudad urbana cada vez más captura a lo rural, esto es, la ciudad y el municipio serán territorios urbanos que requerirán servicios públicos para los cuales Quetzaltenango no está preparado.

Ciertamente Quetzaltenango convive entre lo urbano y lo rural, además de que comparte con municipios colindantes como la Esperanza, Salcajá, Olintepeque, Almolonga y Cantel. El desarrollo de Quetzaltenango le permite a las áreas rurales tener acceso a escuelas, universidades, hospitales, mercados, centros comerciales por lo que el futuro de la ciudad depende del futuro de su área rural y de los municipios colindantes. Así, lo que caracteriza en este momento a Quetzaltenango y sus alrededores es el crecimiento desordenado, cuya tasa puede ser eventualmente mayor al 2% aquí indicado, por ello la urgencia de un plan de ordenamiento territorial pertinente que respete la diversidad cultural, que ordene el crecimiento sin sacrificar a unos y privilegiar a otros. El futuro solamente será posible si se entiende que los recursos naturales con que contamos no son infinitos y que los estamos, literalmente, desperdiciando.

El agua que consumimos en Quetzaltenango viene de manantiales que se encuentran en San Juan Ostuncalco, Varsovia, Monrovia y otros nacimientos que llegan por gravedad a la ciudad. Esto hace un 30-35% mientras que la mayoría del agua, 70-65% proviene de agua subterránea. De momento no hay problema con la oferta de agua, pero según cálculos el punto de equilibrio, esto es, donde la oferta y la demanda serán iguales lo tendremos en el 2030.  Los y las quetzaltecas no cuidamos el agua. No hay una sola planta de tratamiento en Quetzaltenango que funcione. Toco el tema del agua porque al no tener un plan integral del recurso hídrico Quetzaltenango seguirá utilizando a diestra y siniestra el agua del subsuelo y con los procesos de deforestación existentes, como producto de mineras depredadoras, desarrollos habitacionales que no solo deforestan, sino que imponen una carga de aguas servidas al precario sistema de drenajes existente, sin tratamiento, sin reuso, sin recarga hídrica, solamente nos convertiremos en un desastre urbano.

La energía que se consume en Quetzaltenango sigue la matriz energética nacional, cuando existen opciones de desarrollo energético ecológico si se hiciera un replanteamiento de producción local. Aún hay instalaciones en las hidro eléctricas de Zunil y de Santa María de Jesús, pero el futuro está en la producción a través de energía solar y la energía geotérmica, la cual existe, pero está totalmente privatizada. Es urgente reconstruir las empresas municipales de producción energética ecológicamente pertinentes, sin esto Quetzaltenango no podrá replantear sus capacidades no solamente industriales, sino educativas, hospitalarias y de transporte.

La celebración de los 500 años de Quetzaltenango es un momento para reflexionar sobre los procesos de construcción social de nuestras comunidades. Quetzaltenango no se formó luego de la batalla entre españoles y tlaxtaltecas contra los quichés, fue un proceso largo de encuentros y desencuentros. Las batallas fueron múltiples, la resistencia fue enorme. Hay quienes creen que no deberíamos celebrar la conquista y esa creencia tiene cierto grado de razón. Yo utilizo el contexto de los quinientos años como un pretexto para reflexionar sobre nuestra historia, sabiendo que no tenemos acceso total al pasado. Nadie puede decir que tiene la verdad absoluta. Las múltiples explicaciones históricas de la Región de los Altos me hacen valorar la diversidad de raíces que tenemos y por lo tanto proponer que un futuro mejor es posible para Quetzaltenango.

Desde lo alto de las montañas podemos ver un futuro mejor para esta tierra que ha dado tanto, tanto. Pero como todo futuro ese hay que construirlo. La Cuna de la Cultura tiene inmensas capacidades aún e inmensos retos. La fortaleza es que cuenta con sistemas de innovación científica y tecnológica que permitirán un desarrollo basado en evidencia, en ciencia y tecnología, un camino que recorreremos los vivos y que recorrerán los que aún no han nacido, esos y esas quezaltecas que sabrán cantar la Luna de Xelajú para iluminar su camino.

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