La transición de una comunidad indígena, no urbanizada ni colonizada hacia una comunidad de pueblos quichés y españoles, esto es, una emergente sociedad que deja de ser quiché y deja de ser española para convertirse en la mezcla, en la amalgama de una nueva cultura producto de la hibridación. Las instituciones precolombinas dieron paso a nuevas instituciones económicas, políticas y culturales. La religión católica empezó a permear en la cultura quiché y nuevas formas de organización dejaron las instituciones anteriores. Como dice Alzate: «Lo que emergió de las cenizas de la Conquista fue, por tanto, una formación híbrida, una síntesis sui géneris, ni maya ni española. «En ese proceso de formación de lo nuevo, de lo emergente, instituciones como Capul (Parcialidad, especies de conglomerados de clanes, con un jefe para cada 20 familias), esto es organizaciones familiares alrededor de jefes, se diluyeron en el primer siglo de la conquista dando cabida a la organización a través de pueblo, barrio, paraje y cantones, lugar urbano con sus cofradías y hermandades alrededor de la liturgia católica.
Según los cronistas de la época, durante el primer siglo de la conquista Quetzaltenango se mantuvo estable o creció poco, pero ya a finales de 1700s y a inicios de 1800s se dio en enorme incremento poblacional, donde la ciudad fue visualizada como un territorio propicio para el comercio, la producción de alimentos y dada su cercanía a la costa y boca costa, la producción del trópico llegaba de forma rápida. Entonces, a finales de 1700s y a inicios de 1800s Quetzaltenango ya era multiétnico, iniciaba un proceso de producción cultural, fue centro de educación de los poblados del Sur de México, aunque mucho de Chiapas para entonces aún pertenecía a Guatemala. Al final la población era mitad indígena y mitad no indígenas, en otras palabras, ya el mestizaje biológico y cultural se había consolidado en una ambiente donde las frecuentes enfermedades tropicales que afectaban a la costa eran menos intensas en un clima frío.
A partir del Siglo XVIII ya el mestizaje en Quetzaltenango se había dado. A pesar de eso se mantenía la diferencia original que existían cuando los españoles y mexicas llegaron a Xelajuj Noj, la otrora Culahá, hoy Quetzaltenango, que también fue reportada por diferentes cronistas y geógrafos como Quesaltenango y Quezaltenango. Existían ya entonces grupos de descendientes españoles diferenciados llamados criollos, hijos de españoles nacidos en Guatemala y ladinos, un término peyorativo que reflejaba el mestizaje, ni indio, ni español, ladino como un emergente cultural. Trágicamente la concepción de ladino niega sus raíces quichés y se percibe como no indígena y este racismo ha estado en las venas profundas de Quetzaltenango.
Lo cierto es que, a finales del Siglo XVIII, esto es en los 1780s ya se coordinan criollos y ladinos que logran establecer elementos en común, a pesar de sus diferencias. El mercado de la costa sur se expande y la frontera agrícola crece con ello. A inicios del Siglo XIX ya Quetzaltenango es un centro de comercio y centro cultural tanto del Sur de México como del Sur Occidente de Guatemala. Se siembran entonces las semillas de la construcción de un nuevo Estado Nación que contrasta con la visión centralista de la pseudo formación de Guatemala en 1821, la que literalmente realiza una independencia de España con el ánimo de no pagar más impuestos y no con el ánimo de formar un país de oportunidades para todos. Las élites criollas declaran una independencia y no se integran ni los movimientos ladinos y menos los movimientos indígenas, ni del oriente ni del occidente de la nueva república. El proyecto hegemónico de la república de Guatemala de 1821 fue percibido por los Quetzaltecos como no integrador.
La declaración de la independencia de Guatemala de España también fue el inicio de la separación de Quetzaltenango de Guatemala. En la próxima entrada analizaré cómo uno de los resultados de la independencia de Guatemala fue la tensa relación establecida entre la Región de los Altos, particularmente entre los criollos y ladinos ricos de Quezaltenango y el gobierno central. Siendo una región tan importante para Guatemala, el gobierno central nunca le puso mayor atención a Quetzaltenango de tal forma que a inicios del Siglo XIX y durante la primera mitad de dicho siglo se sientan las bases para la creación del Estado de los Altos, un estado reconocido por los Estados Centro Americanos que marcaba la separación entre Quetzaltenango y Guatemala.
El nacimiento del Estado de los Altos fue el punto cúspide entre la conquista de Quetzaltenango y la región de los Altos, la lenta evolución de Quetzaltenango entre 1523 y 1700, pero que de a poco sentó las bases para que en Quetzaltenango se asentaran criollos y ladinos así como indígenas con poder económico que en el Siglo XIX hicieron de Quetzaltenango centro de producción textil, colorantes, verduras, trigo, ganado lanar, ganado vacuno y la emergente producción de café en la boca costa que también configuró una élite proto capitalista cuyo interés fue su autonomía política con el ánimo de tener autonomía económica para no depender de un Estado centralizado que no ponía atención a la importancia de Quetzaltenango. Emerge entonces a mediados del Siglo XIX el proyecto del Estado de los Altos, proyecto político separatista, que desarrolla la identidad regionalista, localista y sui generis de Quetzaltenango, un territorio libre que quiso ser independiente, según el historiador (ArturoTaracena). Eso marca a la fecha la naturaleza cultural de los y las quetzaltecas, que se perciben guatemaltecos, pero no se reconocen chapines porque son esencialmente «chivos», quetzaltecos, guatemaltecos, pero no chapines. En la siguiente entrada analizo las implicaciones económicas, políticas y principalmente culturales de este proyecto de Estado Nación centroamericano. De Culahá a Xelajuj Noj, de Xelaju a la capital del Estado de los Altos y del Estado de los Altos a Quetzaltenango, el camino de los 500 años.