Consuelo Porras ha sido, es y será, a mi juicio, la garante del sistema pro impunidad.
Dicho eso, ella entendió qué se esperaba de ella y más importante, qué se necesitaba de su persona para ser la gran guardiana de un sistema que pudo estar en riesgo tras el resultado electoral que el mismo Ministerio Público (MP) quiso derrumbar.
Y por mucho que la señora sea de esas que usa a Dios para lavar las manos de la corrupción, he de reconocer que ha sabido jugar sus cartas.
Tras lo que pasó en las urnas, la mayoría de guatemaltecos pensaron que iba a ser el presidente Bernardo Arévalo el que se iba a mover para liderar y convocar a los diferentes sectores (públicos, privados, sociedad civil (indígenas y ladinos) para agarrar el toro por los cuernos en torno a los vicios del sistema.
Pero resultó que fue Porras la que con todo y engaños, fotos que muchos actores no saben ni que están tomando, reuniones en las que logra que la “halaguen” aun y cuando se entiende el mensaje porque no van los presidente de las cámaras de Comercio, Industria y Construcción, ella es sumamente hábil para publicar los “flores” que le echan.
Su principal operador Ángel Pineda quedó expuesto y ¿qué hizo? Protegerlo, guardarlo y hasta reunirse con el Contralor General de Cuentas que lo iba a tener que investigar por la denuncia que presentó la Presidencia en contra del Secretario General.
Se mueve para reunirse con diputados más que lo que ha logrado el oficialismo al que todavía le cuesta decidir cómo lidiarán con los deseos y pretensiones del diputado Samuel Pérez, aún y cuando saben que ese camino les ha dificultado prácticamente todo.
La gente dio un mandato en las urnas que al parecer, el día a día del poder, no ha permitido que se entienda en su justa dimensión. La gente quería que se atendiera lo importante más allá de lo urgente pero esa sensación que el alfaque fue más fuerte de lo que se veía cada día cobra más fuerza.
Parte del mandato implicaba liderar el esfuerzo para sentar a todos los actores que entienden los vicios del sistema para encontrar soluciones, para vivir el día a día resolviendo sin quitar el ojo de los temas fundamentales, del mediano y largo plazo que fue lo que la gente pidió en las urnas.
Hay tantos temas, lo sabemos, pero son tres, cuatro o hasta 5 los que atendiéndolos se le manda un mensaje a la gente.
No se ha tenido la habilidad para mostrar a Porras como lo que es: el eterno Consuelo de actores de la corrupción como Alejandro Giammattei y Miguel Martínez y es que ejercer el poder también demanda de estrategia, de articulación y de consensos.
Es relativamente sencillo evidenciar a Porras, Pineda, Rafael Curruchiche y Compañía en esa manera en la que defienden a la ex pareja presidencial y por ello cuesta entender por qué no se ha tomado esa ruta.
Siempre en política y en la vida, por tarde que sea, se puede enderezar el rumbo pero mientras no se acepte que hay que oprimir el botón de “reset” para ciertas cosas y empezar a operar de manera distinta, será muy difícil atender el mandato popular.
El diálogo de alto nivel con Estados Unidos puede quedar en poco porque mientras el inversionista deba quedar supeditado a magistrados que fueron a la casa verde (la que era la oficina de la pareja del ex presidente), mientras se responda a lo que digan Miguel Martínez, Ángel Pineda y Sandra Torres, las inversiones que están llamadas para marcar un destino diferente y mejor pueden verse comprometidas.
En política todo puede cambiar de la noche a la mañana, pero tal y como están las cosas, Porras gana la partida por asegurar Consuelo a la impunidad y a la corrupción que opera en Guatemala y de la que Giammattei y Martínez hoy son sus caras más visibles.