El descubrimiento de los Q122 millones en las maletas de José Luis Benito fue un verdadero escándalo por el monto de lo amasado mediante la corrupción, pero si lo comparamos con lo que pudo haber significado para Miguel Martínez su afinidad con dos empresas que recibieron más de Q2,500 millones en negocios con el Estado entenderemos la forma en que ha crecido el pastel. Esas empresas son Asfaltos y Petróleos S.A., y La Botica, S.A., que vieron sus ingresos exponencialmente aumentados durante el gobierno en el que Martínez fue el poder tras el trono por su calidad de pareja del presidente Giammattei.
Hoy publicamos un trabajo periodístico en el que se explican los montos asignados a cada una de esas empresas cuyas personas vinculadas han sido señaladas públicamente de tener estrecha relación con la pareja de quien fue Presidente de la República. Si supusiéramos, conservadoramente, que la coima en ese Gobierno se quedó en el 10% que históricamente se pagaba como mordida, Martínez pudo haber recibido, solo de esas adjudicaciones, más de 250 millones de quetzales. Y eso a pesar de que las modalidades actuales superan con mucho aquel “módico diez por ciento” y que, además, los contratistas pagan para que les asignen el negocio y luego vuelven a pagar al momento de cobrar el dinero pactado.
En otras palabras, solo con esas muestras (sin tomar en cuenta que en ese gobierno literalmente no hubo compra u obra sin sobra) resultaría que el Poder tras el Trono pudo amasar más del doble de lo que tenía en sus maletas el ex ministro Benito, ahora también beneficiado por la nueva política del Ministerio Público de hacerse los papos de los más grandes trinquetes y centrarse en perseguir a los críticos de la corrupción.
Por eso es clave que se investigue para llegar al fondo, porque si se siguen los dineros toda la ciudadanía puede tener certeza de lo que pasó.
Los “shutes” de Estados Unidos, como dice Curruchiche, incluyeron en los listados de personas comprometidas con la corrupción a Ramiro Mauricio López Camey y Mauricio López Oliva, los principales de Asfaltos y Petróleos; en el caso de La Botica fue pública la amistad de Martínez con Jairo Ernesto Ponce Fernández, conocido como El Cuto, quien hizo negocios con el Ministerio de Salud y con el IGSS, a donde llegó como subgerente, para supervisar las compras, alguien que de la Presidencia pasó directamente al Seguro Social.
Ya nada puede sorprender sobre los contrastes de la justicia. A la llama se accede a agravar el supuesto delito cometido por los estudiantes y profesores de la Usac contrarios al fraude que impuso al Rector, pero todos los que se han armado hasta los dientes con dinero mal habido, pueden seguir viviendo su vida, sin temor a tener que rendir cuentas mientras sigan con el respaldo de Consuelo Porras, Pineda y Curruchiche.