La Asamblea General de las Naciones Unidas instituyó el 27 de enero como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, para rendir: “Tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y ratificar su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos.”
El sábado 27 de enero de 2024, se conmemoró este día, cumpliéndose 79 años de la liberación por soldados soviéticos, de las personas que permanecían en el terrible cautiverio del campo de concentración nazi de Auschwitz.
En una parte del discurso publicado por la Directora General de la UNESCO, Señora Audrey Azoulay, se enfatiza lo siguiente:
“El 27 de enero de 1945, los soldados del Ejército Rojo entraron en el campo de Auschwitz-Birkenau y liberaron a los últimos supervivientes. En esta fecha simbólica, cada año la UNESCO invita a la comunidad internacional a recordar a los seis millones de judíos asesinados, junto con tantas otras víctimas del odio nazi.
Hoy, sin embargo, cada vez hay menos testigos de ese horror; la “era de los testigos” —por utilizar la expresión de la historiadora Annette Wieviorka— se acerca a su ocaso.Por eso, en este Día Internacional, debemos reforzar aún más nuestro compromiso de transmitir esta memoria de lo indecible, para que podamos legarla a las generaciones futuras.
Este es el compromiso fundacional. en favor de los derechos humanos, la justicia y la dignidad universal, con el que nació la UNESCO, precisamente tras la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra movilización conjunta cobra aún más sentido y relevancia en el contexto de un aumento exponencial de los actos antisemitas, ligados a la situación actual en Oriente Próximo, tras los atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre y ante la guerra que sigue asolando Gaza…
El recuerdo del Holocausto nos exige pues esta labor de memoria, y también, al mismo tiempo, nos exige respetar los derechos humanos y un orden internacional construido sobre el principio fundamental de la dignidad de cada vida humana. Como sabemos, en la era digital, la defensa de estos principios universales se sitúa cada vez más en el ámbito de internet.
Así, un estudio publicado en 2022 por la UNESCO mostraba que, en las redes sociales, casi una de cada seis publicaciones sobre la Shoá negaba o tergiversaba los hechos. Frente a esta alarmante situación, la UNESCO publicó a finales de 2023 unas directrices destinadas a mejorar la regulación de las plataformas digitales, de modo que refuercen sus herramientas de moderación, preservando al mismo tiempo la libertad de expresión.
En esta misma línea, la UNESCO puso en marcha en 2021 una iniciativa conjunta con el Congreso Judío Mundial, Meta y TikTok para redirigir a los usuarios que deseen informarse sobre el Holocausto a un sitio web con contenidos históricos verificado y disponible en 19 idiomas: aboutholocaust.org.
Para perpetuar la memoria y combatir el negacionismo del Holocausto, la UNESCO apuesta también, y sobre todo, por el poder de la educación. Entre nuestras muchas iniciativas, nuestro Programa Internacional de Educación sobre el Holocausto y el Genocidio, elaborado con el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos de América, ofrece formación a quienes están en primera línea, docentes, educadores, directores de centros educativos, en Nigeria, Colombia, Camboya, Grecia y en todo el mundo.
La educación para la transmisión de la memoria de también un elemento central de nuestra labor en los Estados Unidos de América, donde recientemente organizamos un curso de formación para 1,500 docentes en colaboración con la Universidad del Sur de California. Por último, la UNESCO ha colaborado recientemente con el Ministerio de Educación de la India en la elaboración de un manual pedagógico dedicado específicamente a la memoria del Holocausto.
Para honrar a las víctimas, pero también para enseñar a las generaciones futuras a detectar y combatir el discurso de odio, este Día Internacional nos hace tener presente nuestro deber esencial de recordar. Permanezcamos en guardia: porque, como nos advirtió en 2015 Imre Kertész, escritor húngaro superviviente del campo de concentración, Auschwitz no fue un accidente en la Historia, y hay muchos indicios de que puede volver a ocurrir.”
Auschwitz fue un conjunto de campos de concentración y de exterminio que fueron construidos en 1940 por la Alemania Nazi luego de la invasión a Polonia en 1939, estaban ubicados a unos 45 kilómetros de la Ciudad de Cracovia; en 1979 fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad: “Por ser uno de los lugares de mayor simbolismo del Holocausto.”
La conmemoración del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto me hizo recordar al superlativo violinista Yehudi Menuhin, quien nació en 1916 y falleció en 1999, y durante la Segunda Guerra Mundial colaboró con las fuerzas aliadas, utilizando su virtuosismo musical para aliviar el estado espiritual de los soldados, que vivían reclutados en los campamentos del frente de guerra.
Una de las obras que con frecuencia interpretaba para ellos era el “Ave María” de Franz Schubert, y Menuhin sentía que en verdad tocaba el corazón de los combatientes, quienes no sabían cuál iba a ser su destino, esta experiencia fue esencial para él porque tuvo un acercamiento directo con el público.
Estaba ya escrito que Yehudi Menuhin iba a ser un músico universal y a la vez un gran conciliador, al respecto él mismo relató en algún momento la siguiente anécdota: “Me pusieron nombre antes de mi nacimiento, mi destino estaba sellado ya antes de que naciera, mi madre buscaba un apartamento algo más grande, cuando sintió que yo venía en camino; mis padres asistían a la universidad en Nueva York y fue en el Bronx cuando finalmente hallaron un hermoso lugar, perfecto, lleno de luz, muy limpio, muy agradable.
Mi madre estaba por firmar el contrato, cuando la buena señora al querer promocionar de más el apartamento dijo: Y le agradará saber que no aceptamos judíos; a lo que mi madre respondió: Pues en ese caso no podemos aceptar, porque somos judíos. Posteriormente mi madre aseguró: Cuando este niño nazca se llamará Yehudi para que no haya duda alguna; y yo me siento orgulloso.”
Al recibir en el Parlamento Unicameral y Suprema Autoridad de Israel, el Premio de la “Fundación Wolf de las Artes” en 1991, Yehudi Menuhin expresó: “Como judíos deberíamos reconocer nuestro supremo destino: aliviar y ayudar, Israel ha madurado; el momento es propicio, el reto es de ustedes.”
Y agregó: “No calculen sus acciones ignorando la oscuridad del miedo; cuando yo era chico y tocaba el violín, mi sueño ingenuo era poder ser capaz de sanar el corazón de quien sufría, llevando a cabo así una misión judía y que, si tocaba la Chacona de Bach en la Capilla Sixtina, lo suficientemente inspirado ante los ojos de Miguel Ángel, todo lo que es innoble y vil desaparecería milagrosamente de nuestro mundo.”
Yehudi Menuhin pensaba que por medio de la música se podían abrir todas las puertas y utilizó siempre su fama para promover la paz entre Israel y Alemania.