Indignación, repudio y rechazo genera el violento ataque que encapuchados de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, Usac, cometieron contra una mujer y tres estudiantes el pasado 26 de enero, en el edificio S2 de la Ciudad Universitaria.
La horda de delincuentes que ocultaron su identidad con capuchas fueron sindicados de integrar a los autodenominados “guardianes de la justicia”, y “los Güizaches”, que en acción cobarde y vil agredieron a estudiantes (incluidas mujeres), con saña utilizando palos, escritorios y una carretilla de material de construcción.
Eran más de 25 encapuchados que con furor y odio descontrolado atacaron a los estudiantes que acudieron a recibir sus primeras clases presenciales en busca de superación académica; sin embargo, esos cobardes violentaron sus derechos humanos.
Este ataque injustificado únicamente produce deserción estudiantil, temor ante la comunidad universitaria por miedo a que ocurran futuras agresiones en las demás unidades académicas sancarlistas.
Respeto a jóvenes, adultos y adultos mayores que acuden a la única universidad pública a continuar sus estudios superiores porque demuestran disciplina, objetivos claros en busca de superación, voluntad y sacrificio que les permita alcanzar el desarrollo profesional e intelectual.
Estudié en la Usac, y también observé ese tipo de agresiones por lo cual considero injustificable que un grupo de encapuchados violenten los derechos humanos de la comunidad estudiantil. La Decanatura de esa facultad, la Asociación de Estudiantes Universitarios, AEU, y otras instancias deben investigar a fondo este suceso y capturar a los dirigentes de los encapuchados responsables de haber enviado con lesiones severas a cuatro estudiantes.
Aunque las autoridades indican que el grupo era dirigido por estudiantes expulsados a quienes les fue vedado un espacio en el edificio S2, debe agotarse la investigación para revelar la identidad de esos agresores y su captura que permita recobrar la confianza de acudir en paz a las aulas universitarias. No podemos aceptar que esas agresiones continúen porque tarde o temprano podrían alcanzar a nuestros hijos, amigos, familiares, y a la población estudiantil en general.
Son millares los guatemaltecos que acuden diariamente a la Usac para continuar sus estudios universitarios, y es necesario que las autoridades incrementen las medidas de seguridad que garanticen recibir clases sin temor a ser agredidos por universitarios expulsados o inconformes con los reglamentos en clase.