Toda negociación, como lo he expuesto en mis columnas anteriores, se basa en intereses y esto no es negativo cuando la negociación se efectúa bajo los lineamientos que el profesor Roger Fisher condensa en su obra “Obtenga el sí: El arte de negociar sin ceder” que proyecta el interés general por encima del personal.
En Guatemala, se contraviene ese principio porque se profesa una cultura de “negociar” intereses particulares dejando de lado el interés de la nación y de sus habitantes. Un interés que se refleja al haber votado por un partido que, si bien no figuraba en las encuestas, es distinto del resto de las agrupaciones que eran más de lo mismo y sin idoneidad.
¿Cuáles son los intereses de la población? El principal interés es que Bernardo Arévalo y Karin Herrera puedan asumir sus cargos; que sea un gobierno que consiga erradicar esta miseria en la que estamos inmersos; que Guatemala deje de ser número uno en desnutrición infantil, ostentar el récord de inmigrantes y carecer de oportunidades. Hay un particular interés en que el nuevo gobierno no sea uno más que permita el incremento de la corrupción y descaro.
¿Cuáles son los intereses de las organizaciones sociales? La respuesta dependerá del tipo de organización. Los integrantes de los 48 Cantones tenían interés en ser parte del gabinete, en poder incidir en las grandes decisiones y ser parte del poder político. Su exclusión generó advertencias para el nuevo gobierno porque realmente su apoyo no era precisamente para el partido Semilla, sino alcanzar y llevar desarrollo a sus comunidades.
Otras organizaciones, como lo hicimos los constituyentes, defendieron el proceso, incluso protegieron al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y al Movimiento Semilla porque hacerlo era defender la democracia y el sistema. Otras agrupaciones, por ejemplo, mostraron su interés en defender los Derechos Humanos, algunas de ellas sea su trabajo esa defensa y por eso las critican.
Mientras otros partidos políticos, al no reconocer la victoria de Semilla, evidenciaron que su verdadero interés era alcanzar el poder, al no lograrlo se unieron al llamado de repetir las elecciones, buscando la oportunidad de llegar a la máxima magistratura. Esa oportunidad, a todas luces está perdida, porque no ganaron, porque no votaron por ellos. Ese complot estaba acompañado de demandas a granel para que Semilla desapareciera y para que muchos candidatos no participaran ante una eventual repetición de la elección.
Detrás de todos esos actores políticos figuran grupos del crimen organizado y del narcotráfico que por décadas han manejado al país. Son muchas las figuras de todas las élites, inmersas en ese complot, que están dispuestas a todo para proteger intereses que, en el actual gobierno, han sido defendidos por figuras clave que ocupan altos cargos.
¿Y cuál es el interés de la comunidad internacional? Otros Estados no quieren tener como vecino un país inestable, en donde no se respeten las reglas, no se viva en democracia, o no haya certeza jurídica. Quieren negociar con un país donde no se pierda su inversión, no haya prácticas de corruptela y los obliguen a pagar “mordidas” para abrir y mantener sus negocios. Estados Unidos quiere que se frene el flujo de migrantes desde Guatemala, un país con nexos sólidos con el narcotráfico, que motiva el lavado de dinero.
NO SE VALE seguir sin entender que es necesaria la negociación proyectada a intereses en general y no personales, y muchos se niegan a entrar a una negociación sana y se oponen a que otros grupos lo hagan. Tristemente es un tema de nunca acabar y se ejemplifica con la forma en la que se están dando las negociaciones para integrar la nueva Junta Directiva del Congreso. El método pareciera que seguirá siendo el mismo, pues, aunque no haya ofertas dinerarias se están ofreciendo plazas y presentando otras propuestas.
YA ES HORA de comprender el significado de una democracia y, que cuando se habla del gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, significa que el pueblo delega ese poder en sus funcionarios, pero no se cumple con decir que “es para el pueblo y por el pueblo” porque los beneficios nunca llegan. Esto no cambiará a menos que se fortalezca el sistema de partidos políticos y las negociaciones se den entre todos los sectores y con interés en general, caso contrario el ciclo vicioso continuará y el desgaste ciudadano puede ser un detonante peligroso.