Como regalo de Reyes el gobierno de Alejandro Giammattei deja sin electricidad por cuatro días al hospital más importante del país, el San Juan de Dios. Sin duda, si el dinero que se robó con las vacunas rusas lo hubiese enviado para donde era, para el mantenimiento de este hospital, y de otros hospitales, esta tragedia se hubiese evitado, pero no, con ese dinero se compró sus mansiones, aseguró que sus esclavos le fueran fieles y guardó en el extranjero dinero mal habido. Lo que pasa en el Hospital San Juan de Dios pasa con todas las instituciones, esto es, están cooptadas y desmoronadas, atrapadas por décadas de corrupción, pero por un ultimo gobierno que no escatimó esfuerzo en malversar, robar, manipular, mentir, usurpar.
El hospital San Juan de Dios forma parte de los que se llama Sistema de Salud, que no es sistema y no es sistema porque en Guatemala no hemos podido darles direccionalidad a los servicios públicos de salud debido a que en principio existen dos grandes instituciones encargadas de la salud, bueno de la enfermedad, el ministerio de salud y el seguro social IGSS. En ambos, reina la discrecionalidad, el robo, la corrupción y la negligencia. El seguro social fue una de aquellas instituciones fundadas con toda la buena fe de los revolucionarios de 1944, pero de a poco se convirtió en la caja chica del gobierno de turno. A la fecha el Estado de Guatemala debe más de 60,000 millones de quetzales al IGSS, si, sesenta mil millones de quetzales. ¡Vaya forma de robar! A pesar de eso, el seguro social se mantiene funcionando, pero en el confluyen una serie de problemas que tienen como factor común la corrupción. La tarea es construir un verdadero sistema de salud pública de Guatemala que dentro de sus retos básicos tiene la desnutrición, si, el 50% de los niños guatemaltecos padecen de desnutrición.
Lo mismo pasa en educación. El ministerio de educación debería dirigir el sistema de educación, pero ese no es sistema. Para empezar la educación primaria está realmente desvinculada de la educación secundaria y estas dos de la educación superior. Las escuelas privadas de apoco vienen llenando espacios que el ministerio de educación no llena, por incapacidad, por falta de recursos o falta de visión. La educación obligatoria realmente debe ser cubierta gratuitamente por el Estado, pero no. La educación secundaria ha sido dejada totalmente a las escuelas privadas, las cuales no pueden ser pagadas por la gran mayoría de familias guatemaltecas. Los indicadores de aprendizajes son lamentables. Así, al finalizar sus estudios de secundarias todos los estudiantes son sometidos a exámenes de matemática y lectura. En matemática en el 2022 apenas ganó el 14% y en lectura el 31%. Estos son los graduados, si, los graduados.
La educación superior está peor. Para empezar, no hay cobertura. Apenas el 2% de la población tiene acceso. Seguidamente, no hay sistema de educación superior ni público ni privado. En efecto, la educación superior en Guatemala se identifica con educación universitaria, esto es un error. Aquí solamente hay universidades. Lo que caracteriza a las universidades guatemaltecas es que son centros de enseñanza desvinculadas dentro de sí, entre sí y fuera de sí. Su primera desvinculación interna muestra la existencia de territorios académicos como las humanidades y las ciencias sociales, entre otras, que no se comunican con las ingenierías y las ciencias naturales, entre otras. Aunque existe potencial para programas multi o interdisciplinarios la realidad es el aislamiento universitario. La desvinculación interna de cualquier programa académico viene acompañada de otros problemas: la incoherencia y la irrelevancia del programa mismo.
La segunda desvinculación es la carencia de comunicación entre universidades de tal forma que no existe un sistema universitario guatemalteco sino un agregado de universidades guatemaltecas que se mueven de forma inercial, sin objetivos comunes y a veces sin objetivos individuales. Y su tercera desvinculación, la más grave, es que las universidades guatemaltecas no se vinculan a la realidad guatemalteca. Estudian poco, y nunca sistemáticamente, las realidades y problemáticas guatemaltecas.
Uno de los problemas clave que tiene la educación guatemalteca, sino el problema más importante, es la calidad de la educación técnica. Este es un reto no solamente para la nueva ministra de educación, también es un reto para las universidades, para otros ministerios y para nosotros, los guatemaltecos. La educación técnica en Guatemala no tiene ni dirección ni sentido. No es su ausencia per se. Lo que no tiene es un lugar de partida, una visión, un punto de llegada un cómo, un para qué y menos un por qué. En Guatemala se ofrecen literalmente cientos de programas en educación técnica, ninguno de los cuales va a lugar alguno, no tienen dirección. Los programas de educación técnica los empiezan a tomar adolescentes de aproximadamente quince años de edad cuando deciden optar por un bachillerato en «algo», o un «perito» en algo, siendo este «algo» algo muy variado. El apellido más común del Bachillerato por muchos años fue Ciencias y Letras, opción que daba un camino más directo a la Universidad. Durante las últimas tres décadas emergió una enorme oferta de bachilleratos «técnicos» de los más variados que van desde Bachillerato en Dibujo Técnico y Construcción pasando por Bachillerato Industrial y Perito en Electricidad hasta ofertas exóticas como Bachillerato Industrial con Especialidad en Belleza.
Esta oferta de más de doscientos títulos de secundaria en educación técnica vino a competir, y literalmente a desplazar, al Bachillerato en Ciencias y Letras que era la opción tradicional de los que querían ingresar a la universidad. Los que no querían ingresar a la universidad, o no podían, optaban por ir a Magisterio o a Perito Contador. Durante las últimas tres décadas se ha dado una intensa diversificación en la oferta de educación técnica secundaria formal, como lo reflejan los títulos más variados, tales como técnico en «aviación», técnico en «ciencias de la salud», técnico en «ingeniería» y así decenas de nombres impresionantes. Lo triste es que los técnicos en aviación no han visto un avión en su vida. Los técnicos en ciencias de la salud, que supuestamente irían a medicina, son una mala caricatura de un técnico real en salud, reflejando la oferta prematura de especialización del sistema que solamente es para atraer a un público ávido de opciones y que son sorprendidos en su buena fe.
Aquí hay dos retos para el nuevo gobierno y para nosotros: Construir un sistema de salud y construir un sistema de educación. De estos destaca la urgencia de replantear la educación técnica, no solamente el entrenamiento, sino la educación que permita construir pensamiento crítico, ciudadanía, de tal forma que podamos aprender a vivir en democracia. Los problemas son muchos, los retos son enormes, el nuevo gobierno recibe un país en ruinas. Todos tenemos que participar en la reconstrucción de nuestro país. Mientras el nuevo gobierno inicia actividades, renovemos nuestro compromiso con la democracia con un país para mejorar la salud y la educación, participemos. O es ahora no será nunca.