“Separar a las personas del problema es un principio relevante, y a tener en cuenta, en las negociaciones. Supone reconocer que somos seres humanos y existen aspectos de las relaciones entre las partes que pueden influir en el resultado. Las personas no deben ser problema, sino parte de la solución”. Esta premisa es parte del proyecto de negociación de Harvard en el cual, las emociones y los sentimientos pueden ser importantes, pero no deben ser el foco principal de la negociación.
Este enfoque del método es buscar las soluciones de beneficio mutuo, es decir para las partes involucradas y evitar un enfoque de ganar-perder, alcanzar un resultado en donde las partes ganen fomentando negociaciones duras y exitosas. El método se llama negociación en base de intereses y lo podemos encontrar casi textualmente en el libro “Obtenga el sí: El arte de negociar sin ceder”.
El método Harvard para negociar consta de siete elementos basados en cuatro principios, a) definir cuál es el problema, b) prepararnos para la negociación, c) llevar a la mesa de negociaciones diferentes opciones que permitan alcanzar los intereses de todas las partes y d) evaluar las opciones para encontrar cuál de ellas realmente solucionan el problema entendiendo que el problema no es solucionar el interés de la persona, sino solucionar el conflicto.
Esta iniciativa surge en la Universidad de Harvard y se basa en el libro mencionado cuyos autores son el profesor Roger Fisher y su alumno William Ury, y se ha convertido en lo que llamamos el arte de negociar. La primera regla de este método es separar las personas del problema porque sabemos que las negociaciones están basadas en las relaciones humanas, en las emociones e incluso en las diferencias culturales de temas que cobran relevancia según el conflicto.
En Guatemala, las personas son en sí mismas el problema, y eso dificulta una verdadera negociación que permita solucionar el problema cuyas partes defienden sus intereses personales sin lograr acuerdos en aras de solucionar de manera general. La crisis política del país se ha consolidado porque en ese problema general están involucrados los problemas emocionales y los actores se aferran más a la confrontación que a la negociación y se niegan a separar a las personas del conflicto.
Encontrar la solución al problema (caso Semilla) sigue estando en manos de la Fiscal General y sus fiscales, pero el problema no se va a solucionar porque el tema ha dejado de ser un problema general para convertirse en un problema personal. El consejo de los expertos en negociación es separar a las personas del problema o que ocasionan el problema.
Creo que Bernardo Arévalo y Karin Herrera tomarán posesión el 14 de enero y que, aunque los problemas persistan ha triunfado la Constitución Política de la República, pero no precisamente por una negociación, sino por su texto que sirvió a la presión nacional e internacional y la demanda ciudadana para que ésta se cumpliera y no se rompiera el orden constitucional; para que se respetara la voluntad popular y no los deseos de los grupos dominantes del país.
NO SE VALE insistir en la confrontación, en seguir difamando, en acudir a información falsa, dudosa y no comprobable, en irrespetar el respaldo popular que demanda no regresar al pasado, un pasado en donde predominó lo que un grupo pequeño exigía ignorando lo que la población realmente deseaba. No hubo negociación y cuando ésta se dio, no se cumplió (acuerdos de paz).
YA ES HORA que hablemos de verdaderos métodos de negociación para encontrar soluciones a los problemas reales del país y no seguir siendo nosotros, en sí mismos, el problema. ¿Es posible sentarnos a negociar? Definitivamente no es posible porque una de las partes no quiere resolver el problema… quiere mantenerlo.
El nuevo gobierno iniciará con un Congreso de la República adverso, con una oposición dirigida por el actual oficialismo y a quienes no les interesa negociar por una sola razón: en ese organismo de Estado es imposible separar a las personas del problema porque son personas electas y que además negocian “a su estilo” apegados a intereses propios. Insisto en que es momento de unirnos, de negociar y dialogar con quienes realmente quieren negociar, dejando a un lado lo personal. ¡Es hora de separar a las personas del conflicto!