Como informamos ayer, tras tener acceso al documento que sirvió de fundamento al Ministerio Público (MP) para armar el caso USAC-Botín Político, por el cual se inició persecución penal en contra de varios estudiantes, docentes y sindicalistas, pudimos ver que en la declaración de Luis Pedro Ortiz, director general administrativo de la Universidad, menciona a Engelberth Blanco como periodista de diario La Hora y no como alumno de esa casa de estudios. Efectivamente, el día del relato del funcionario, nuestro compañero estaba en las instalaciones y de hecho publicó ese mismo día dos trabajos sobre los acontecimientos que se dieron en el curso de la jornada.
El día 4 de agosto un grupo de unas cien personas violentaron los portones y atacaron a quienes estaban adentro del recinto, con el fin de desalojarlos y retomar el control de las instalaciones; en el curso de esos hechos, según la versión de los estudiantes, ellos quemaron un carro y eran todos afines a Walter Mazariegos, cuya elección como Rector fue tachada de fraudulenta, situación que dio origen a las protestas y que, pese a sólidas denuncias, nunca fue analizada siquiera por el MP.
En el referido testimonio, base absoluta para la sindicación que se diligencia en los tribunales, Engelberth Blanco es señalado como un “periodista de diario La Hora” y ese mismo día, el 4 de agosto, él publicó dos notas sobre los incidentes que se dieron en las instalaciones universitarias, lo que confirma que él estaba allí en el ejercicio de sus funciones periodísticas. Pero también se confirma que en Guatemala el ejercicio de la libre emisión del pensamiento está siendo criminalizado como ocurrió en países como Nicaragua y Venezuela, donde los gobiernos ejercen funciones dictatoriales pisoteando derechos fundamentales de la población y silenciando a la prensa.
Las publicaciones del reportero ese día están al alcance de todos y pueden ser consultadas aquí para comprobar que él cumplió con su trabajo de relatar los hechos que ocurrieron en la jornada; sin embargo, la acción penal en su contra evidencia que él es sindicado por los delitos de “usurpación agravada en forma continuada, depredación de bienes culturales en forma continuada, sedición en forma continuada y asociación ilícita”. Todo ello como consecuencia de su trabajo como periodista cubriendo los sucesos que se dieron el día en que el subalterno de Walter Mazariegos identificó a los que él consideró como responsables.
Distinto sería si Blanco hubiera estado en la USAC sin publicar nada sobre los acontecimientos pero sus reportajes confirman claramente que estaba actuando como periodista en ejercicio de la garantía constitucional de libre emisión del pensamiento.