De las muchas lecciones de ese movimiento, hay enseñanzas precisas para el ejército, pertinentes ahora que las mafias corruptas actúan a su antojo persiguiendo a la gente valiosa y honesta del país. El MP, pulpo represivo con sus fiscalías, ha utilizado uno de sus tentáculos, la más insignificante fiscalía con su más insignificante jefe, para lanzar un ataque artero y cobarde contra universitarias y universitarios dignos, que se han opuesto al asalto de la USAC por el falso rector. De paso, acusa a partidos políticos honestos, entre ellos Semilla, con el caso: “Toma de la USAC: Botín Político”. Sí, hubo una toma de la USAC, por las mafias corruptas internas y externas, que cometen latrocinio al interior, y sí, la universidad nacional ha sido botín político de partidos políticos de derecha. Es FALSA, sin embargo, la acusación contra la Resistencia Universitaria, de la cual he sido integrante desde mi pre-candidatura a rector hasta el presente. No he cometido delito alguno; pero sí he denunciado a corruptas y corruptos, de Giammattei a Mazariegos, pasando por cuatrocientos ladrones en el Estado y la universidad nacional.
La más importante de las lecciones del 13 de noviembre con relación al ejército es que llega un momento en que las fuerzas armadas deben dejar de servir a las dictaduras, para rebelarse y unirse al Pueblo. En lugar de obedecer a su cobarde “Comandante en Jefe”, que utiliza a otros para secuestrar y ordeñar el Estado, es tiempo de enfrentar al régimen, no solamente con la fuerza legal y la razón, sino que también con las armas. Ante la cantidad de acciones antidemocráticas de las mafias corruptas que desgobiernan el país, que, pese a ser denunciadas no tienen respuesta del sistema judicial, los jóvenes dentro del ejército de Guatemala deben determinar si están del lado de la corrupción o del lado del Pueblo. Si están del lado correcto, hay obligación de actuar. En lugar de prepararse una vez más para combatir a los sectores honestos de nuestros cuatro Pueblos, deben volver sus armas contra las mafias corruptas que han hecho pedazos las instituciones democráticas y han pisoteado la Constitución y otras leyes. Es ésta la última oportunidad de darle dignidad a la institución armada.
La lección no es para el Pueblo, ya que éste sabe que solamente el Pueblo salva al Pueblo. En 1962, luego de las jornadas heroicas de marzo y abril, que fueron detenidas por los esbirros a sangre y fuego, la opción fue subir a las montañas y combatir durante treintaicuatro años. Hoy sabemos que, si bien sería difícil organizar y adiestrar una vanguardia del Pueblo, ésta, centrada en las juventudes dentro y fuera del país, sería factor determinante para acabar de una vez y para siempre con la “Patria del Criollo”. Hoy tienen la oportunidad los “poderosos” de obedecer la voluntad del Pueblo y entregar el gobierno a Arévalo y Herrera; pero si persistieran en su ataque al gobierno electo, pueden tener la seguridad de que no quedará piedra sobre piedra de la dictadura vigente. El apoyo de la comunidad internacional será muy importante -pero no es indispensable- para hacer justicia en el país.