De mi padre, el doctor Daniel González Arévalo, escuchaba cada octubre la historia de la Revolución de 1944. Unas veces de una manera y otras de otra, pero siempre permaneció en sus relatos la figura de Jorge Ubico. Quien había gobernado el país con mano dura, como la moda mundial lo imponía. Y la de Juan José Arévalo como el presidente que legó al país un futuro más allá del futuro.
Luego de uno de tantos golpes de Estado que ha vivido este país se realizó uno más contra el entonces presidente José María Reyna Andrade, quien duró un mes y 12 días en el poder. Y se convocó a elecciones presidenciales a las que por pudor o por temor el General Jorge Ubico Castañeda, fue el único candidato tomando posesión del cargo el 14 de febrero de 1931.
Y como dicen los antepasados hizo cosas muy buenas por el país como la emisión del decreto 1995 de 1934, que canceló las deudas impagables que los jornaleros tenían con los terratenientes. Y otras no tanto como promulgar el Decreto 1996: la «Ley de Vialidad», que obligaba a los campesinos sin tierras a trabajar 30 días al año al servicio de un hacendado o gratuitamente en los caminos. La «Ley de Vagancia» que establece una condena de 30 días de prisión por asistir a billares, bares y prostíbulos entre las 8 de la mañana y 6 de la tarde. Impuso la ley fuga para eliminar físicamente a los presos políticos o a quienes se consideraba enemigos del régimen.
Para la posteridad dejó la Contraloría General de Cuentas de la Nación y el Tribunal de Cuentas; estableció la Orden del Quetzal y se pagó la deuda externa a Inglaterra. Se construyeron: el Palacio Nacional, Casa Presidencial, Palacio de Correos, Policía Nacional, los edificios del Congreso de la República, de la Lotería Nacional, Tipografía Nacional y Aduana Central, todos con tendencia arquitectónica europea.
Por las violaciones a la libertad, la reducción del gasto público y el aumento del 15% sólo para los empleados públicos que ganaban menos de Q15.00 mensuales los maestros, estudiantes y el pueblo se unieron para manifestar y pedir su renuncia. Iniciando con las jornadas de marzo y llegando al 25 de junio cuando cae muerta la Maestra María Chinchilla. Ya que Ubico ordenó a la caballería detener el movimiento
La presión popular y la presentación del Memorial de los 311, en donde lee nombres de quienes consideraba sus amigos, provoca la renuncia de Jorge Ubico el 1 de julio
La Asamblea Nacional el 4 de julio nombra al General Federico Ponce Vides quien baja los salarios, acentúa las represiones, persecuciones y la intimidación política, obstaculizando el desarrollo normal de la vida, pues no tenía intención de convocar a elecciones, prolongando su régimen con ilegalidades.
Y sin pasear mucho por la historia llegamos al 20 de Octubre de 1944. Un movimiento donde el pueblo y el ejército derrocaron al presidente provisorio del país, Federico Ponce Vaides y se constituyó una Junta Revolucionaria provisional, conformada por Francisco Javier Arana, Jorge Toriello Garrido y Jacobo Árbenz Guzmán. Quienes convocaron a elecciones presidenciales que se realizaron entre el 17 y 19 de diciembre de 1944. Ganadas por Juan José Arévalo, con 86.25% de los votos. Asumiendo como presidente el 15 de marzo de 1945.
Algunas personas hablan de los logros de la Revolución de octubre de 1944, sin la cual quién sabe cuántos muertos y cuánto tiempo más hubieran tenido que aguantar los ciudadanos al tirano Ponce Vides. Otras personas atribuyen las obras a Juan José Arévalo, lo que considero más justo, pues fue su formación, conocimientos, decisión y verdadero deseo de apoyo a los guatemaltecos lo que lo llevó a la creación del Código de Trabajo, apertura de educación nacional sin discriminación, libertad sindical, creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), derecho de voto para las mujeres y analfabetos, pagos de deuda externa, reformas a la educación, creación de la Ciudad Olímpica, creación del Hospital de la Policía que recientemente el 28 de este mes cumplió 75 años, en la actualidad bajo la dirección del doctor Jorge Mario Cifuentes. Quién conversó con los pacientes de consulta externa para conocer su sentir sobre la atención médica, a lo que con satisfacción recibió solo elogios.
DE NO HABER TENIDO VOLUNTAD DE SERVICIO JUAN JOSÉ ARÉVALO PUDO NO HABER HECHO NADA COMO TANTOS OTROS Y LLENAR SUS ARCAS. A DIFERENCIA DE ELLO PREFIRIÓ VIVIR MÓDICAMENTE, PERO RECORDADO CON AMOR Y AGRADECIMIENTO.