Corría septiembre de 1976 cuando Manuel Colón Argueta del Partido Revolucionario (PR) y Alejandro Maldonado Aguirre del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) protagonizaron, en el programa televisivo Estudio Abierto, uno de los debates históricos más valiosos que se ha dado en la política.
Dieciocho meses después, ambos participaron nuevamente en el mismo programa. Esta vez Colón Argueta pertenecía al Frente Unido de la Revolución (FUR), decepcionado de la alianza del PR con el gobierno de turno. Mientras Maldonado Aguirre militaba en el Partido Nacional Renovador (PNR), tras haber migrado del MLN por su política antidemocrática interna.
La primera intervención fue para que respondieran ¿Qué había cambiado en un año y medio? Colón Argueta aseveró que se continuaba “en un sistema político de facto que no garantiza el libre juego democrático de las fuerzas políticas-sociales de Guatemala”. Recordó que, al igual que lo dicho anteriormente, “el país estaba frente a una encrucijada: o bien se democratizaba o continuaba con sistemas que coartan y métodos antidemocráticos que evitan el desarrollo político nacional y el ejercicio de libertades y derechos del pueblo”. Añadió que la represión y la violencia se mantenían “porque la ceguera y la intransigencia de los sectores que tienen el poder y la irresponsabilidad de los que gobiernan –para los sectores que tienen el poder– no los ha hecho entender que, un sistema no democrático, un sistema de represión, ha llevado al país a un grado de violencia inmensa y Guatemala puede caer fácilmente en una lucha frontal que está librando Nicaragua (en aquel entonces para votar a Somoza)…”
Maldonado Aguirre, por su parte, dijo que ese lapso era poco para cambiar el esquema político del país, no obstante, se observaban progresos cívicos como el hecho de estar nuevamente en un diálogo de altura, con capacidad y con el propósito de encontrar soluciones viables para Guatemala. Criticó la forma sobre cómo se decidió la candidatura presidencial del MLN “al imperio de un personalismo absoluto en donde un grupo se reúne a aplaudir mucho, pero a decidir muy poco. Haber modificado en forma ilegal los estatutos del partido, haber suprimido el voto secreto de los convencionales, voto secreto que era esencialmente importante porque eliminaba la violencia interna en un partido…”
“No quise deliberadamente impugnar el procedimiento, puesto que hubiese incurrido en el juego que la estructura mantiene de aparentar legalidad en las decisiones de un organismo plenamente comprometido como es el Registro Electoral”. Añadió que en la mayoría de los partidos se observaba un círculo vicioso: “En cuanto más oligarquía de sus dirigentes, más apatía de los afiliados. Lo que Guatemala reclama, pretende, exige y demanda es una participación consciente en las decisiones y cuanto más oligarquía en los partidos haya, menos preparación y menos calificación personal habrá. Guatemala también está cayendo en un vicio denunciado en el XX Congreso Comunista: el culto a la personalidad”, remarcó Maldonado.
Hoy, 47 años después, al analizar los discursos de estos líderes políticos, lamentablemente vemos que seguimos sin un cambio, porque la violencia generada por el Conflicto Armado Interno fue sustituida por el narcotráfico y el crimen organizado. No ha cambiado, como dijo Colón Argueta “el drama que Guatemala ha vivido de sangre y ausencia de desarrollo económico y ausencia de un orden”. Lo que sí cambió, para mal, fueron los debates de altura como los sostenidos entre estos personajes, quienes no protagonizaron confrontación o ataques personales como lo que reiteradamente vimos en la reciente campaña electoral
NO SE VALE, que los males políticos expuestos en aquel entonces por dos grandes y respetados dirigentes de la izquierda y de la derecha, y consecuentes con su ideología sigan vigentes y que todo lo que hicimos los constituyentes se haya detenido y no fuera aprovechado. YA ES HORA de cambiar el panorama, de evitar que se vede por la fuerza la expresión popular y que unos pocos quieran decidir por la mayoría. CONTINUARÁ