Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Vamos a partir de premisas.
El asalto al Tribunal Supremo Electoral (TSE) fue la chispa que encendió todo porque está claro que el Ministerio Público (MP) y el juez Fredy Orellana quieren invalidar las elecciones.
Saben estos actores que se han saltado tanto las trancas, haciendo mucho más de lo que criticaron de épocas anteriores, saben que en un Estado de Derecho van a tener que rendir cuentas por su actos y sienten la necesidad de derrumbar la democracia para no terminar en la cárcel.
Hay un deseo real de millones de guatemaltecos de vivir en democracia. A muchos puede no gustarles el ganador, pero las reglas de la democracia implican aceptar los resultados y los códigos de la ciudadanía responsable conllevan intentar trabajar con las autoridades, en lo que se pueda, para que Guatemala avance.
Dicho lo anterior, es necesario que hagamos un alto y veamos la realidad.
Los bloqueos empiezan a generar escenarios propicios para que los guatemaltecos que quieren democracia se terminen “matando entre sí”.
No puede ser pacífico el hecho que a alguien lo obliguen a quedarse parado en contra de su voluntad. Distinto es tener que ir a un ritmo diferente porque, como el viernes, va una marcha pacífica de ciudadanos camino al MP.
El país vive tráfico insoportable siempre. Un tráiler choca en la ruta al Atlántico y todo colapsa. Hay problemas de derrumbes en Chimaltenango y se vuele un caos y con o sin peaje en la autopista, habían momentos en los que el ciudadano se podía soplar horas en el tráfico. Qué decir de lo que toca todos los días en la ciudad capital.
Pero aún y cuando vivimos esa realidad, es distinto cuando la gente queda atrapada porque un grupo de personas decide que, por la buena causa de la democracia, nadie puede pasar.
En ciertos puntos son miles de personas como en algunas partes del interior y en otros bloquean con pocas personas o con 10 o 20 motos.
Y es ahí donde está el problema porque más de 5 millones del padrón electoral acudieron a las urnas, lo que significa que salieron a ratificar que vivir en democracia y la causa de la democracia es apoyada por millones, pero si lo volvemos un problema entre los ciudadanos los que no quieren democracia se saldrán con la suya.
En esta crisis, sabemos con nombre y apellido quiénes son los responsables: Alejandro Giammattei (quien puede tener una carta de renuncia de la Fiscal General), Miguel Martínez, Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Cinthia Monterroso y Fredy Orellana, más los magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) que le han dado alas a quienes quieren dar golpe a la democracia.
Una cosa es, ha sido y será el caso de las firmas de Semilla que se sebe investigar de manera objetiva y otra las elecciones y la democracia y una no tiene nada que ver con la otra.
Si Giammattei está guardando un silencio cómplice ante las acciones del MP, ¿qué nos garantiza que no vayan a querer meter sus manos e infiltrar a algunos para que vayan a bloquear ciertos puntos para provocar el estallido?
Durante las elecciones, hubo reportes que la estructura oficial quiso infiltrar fiscales en Semilla pero no lo lograron.
Lo espontaneo que fue el movimiento pro democracia, también abre puertas a algunos aventajados que han querido forzar cierres, hacer saqueos y esos actos vandálicos que nada tienen que ver con los que quieren democracia.
Pero, entendamos que Giammattei y Cía necesitan el caos para lograr su objetivo. Necesitan que nos peleemos entre los que queremos la democracia para preservar el sistema de corrupción.
Por eso es que debemos replantear los bloqueos porque nos vamos a parar pegando un tiro en el pie. Si Consuelo Porras renuncia hoy le regalamos a Giammattei nombrar al nuevo fiscal y asegurar impunidad para él, Martínez y Cía, además que pronto el país podrá experimentar limitaciones en suministros. Ahora necesitamos que Porras ni nadie, altere la voluntad popular. En enero, hablemos de Porras y el MP.
En lo personal y liderando el esfuerzo de La Hora seguiremos trabajando para vivir en democracia, para enfrentar y ver a los ojos a la corrupción con el afán de erradicar los caminos porque le cuestan a la gente, en especial la más necesitada y mi punto es que debemos encontrar nuevas formas porque en algún momento la Policía Nacional Civil (PNC) tendrá que actuar y no debemos olvidar que fue justamente por la labor de los agentes de la PNC que pudimos ir a votar en paz para sostener y vivir la democracia.
Vienen los delegados de Almagro y entre ellos, más el liderazgo de Bernardo Arévalo y las mentes sensatas de este país se tienen que poder encontrar salidas. Dejar que la gente circule no es favorecer a Giammattei, Porras, Curruchiche, Monterroso, Orellana y los magistrados de la CC.
Debemos replantear los esfuerzos por la democracia porque nos quieren evitar llegar a enero y una de esas maneras es que nos “agarremos” entre los que deseamos democracia.