Por Gustavo García Fong (Miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, investigador, editor y jurista) y Eduardo Blandón (Director del Suplemento Cultural del diario La Hora y profesor de Filosofía). |
Gustavo García Fong: Guatemala, en términos de Estado de derecho y cultura de la legalidad, atraviesa uno de sus momentos más críticos. En otra obra suya El abogado y la señora, se hace referencia al despacho de un abogado como “la oficina de trampas”, donde el narrador advierte que “buena plata le costó comprar el título en una de las tantas universidades que hay en el país”. ¿Qué tan factible es que las profesiones jurídicas retomen su rumbo y puedan convertirse en parte de las soluciones a la situación del país y no continúen siendo parte del problema?
Dante Liano: La pregunta es muy difícil porque yo no soy un experto en cuestiones jurídicas ni en cuestiones políticas. Yo le puedo dar una respuesta cultural, de escritor, no una respuesta; probablemente usted está mejor preparado que yo para responder a eso. La idea de El abogado y la señora es hablar de la corrupción, y no de la corrupción mayor que todos conocemos. Es extraordinario que un expresidente y una ex vice presidenta estén en la cárcel por corrupción. Eso le da un índice de la corrupción mayor, pero también está la corrupción de todos los días y que pasa desapercibida para las clases políticas. La clase política ejerce un magisterio sobre la población. Así como la clase política se comporta, así se comportará la población. Si los políticos son probos, honrados y honestos, muy probablemente la población seguirá el ejemplo de los políticos. En cambio si los políticos son ladrones y corruptos, la población también va a desarrollar artimañas y triquiñuelas y ese es el caso de El abogado y la señora, donde el protagonista ha crecido en una escuela de sinvergüenzas, donde se compró el título, cosa que no es digamos, rara y pone su oficina para embaucar a la gente. Esa es la finalidad del abogado, solo que de pronto se encuentra con una cuestión ética y moral muy importante que le cambia la vida.
Ahora, su pregunta es más profunda todavía y es un tema en el que cualquier intelectual guatemalteco habrá reflexionado más de una vez y es la existencia del Estado nacional. ¿Existe un Estado guatemalteco? esa sería la pregunta y la respuesta es que la construcción del Estado en Guatemala, a partir de la revolución liberal o la reforma liberal de 1870 es una construcción parcial, siguiendo el modelo de toda América Latina, no es particular de Guatemala. He leído, por ejemplo, la construcción del Estado en Argentina, los argentinos tuvieron la oportunidad en un cierto momento, a finales del siglo XIX, como Guatemala, en la clase dirigente de decidir qué Estado querían y decidieron tener un estado hispánico, a pesar de que estaban llenos de migración de todas partes de Europa. Ellos dijeron el Estado será, según el modelo hispánico y según el modelo blanco. Entonces, le hablo de Argentina, como “le hablo a Pedro para que lo escuche Juan”. Porque hay una frase del Ministro de Educación argentino de esa época que dijo: “A estos tanos -a estos italianos-” hay que hacerlos hablar castellano; y luego, José Ingenieros, el gran pensador, propugnaba porque había que blanquear a la población argentina y afirmó que con los indígenas no había problema porque se iban a extinguir por sí solos y a los negros, había que exterminarlos, simplemente.
Entonces, hay una idea de nación, que es una nación blanca, una nación hispánica. Ahora, para Guatemala qué significa eso; para Guatemala, una nación blanca e hispánica, significa excluir a la mayor parte de la población, del Estado y todos los símbolos del Estado, resultan como impuestos y superficiales respecto de la mayor parte de la población, que es mestiza que tiene otras características. Entonces, el problema es la identificación con el Estado, de como “yo” ciudadano, me identifico con un Estado que no me representa. Decía Renán, que ser ciudadano es un acto cotidiano, un plebiscito cotidiano en que cada ciudadano se levanta cada día y dice: “Yo estoy muy orgulloso de ser, él decía, francés”. Naturalmente, los franceses tienen un Estado fuerte y están orgullosos de ser franceses, pero cuántos guatemaltecos puede decir cada mañana “yo me siento muy orgulloso de ser blanco, hispánico, poderoso?” Entonces, si no tenemos un Estado que representa a los ciudadanos, entonces toda la estructura del Estado que se revierte después de una estructura jurídica tambalea. En la medida en que el Estado se reconstruya, si se reconstruye, en la medida en que el Estado se reconstruye desde abajo, reflejando el país que está representando, en esa medida el ciudadano se sentirá identificado con el Estado y para eso se necesita mucha democracia, que creo que es lo que nos ha faltado, porque el Estado guatemalteco es un Estado que necesariamente tiene que usar la fuerza para que la población que no se identifica trabaje para ese Estado. Es un problema muy complejo, pero es un problema que se puede resolver con democracia, con la participación ciudadana. Generalmente, una de las cosas que yo he visto en Guatemala y creo que justificada es que los ciudadanos se desentienden de la vida pública, porque no es suya, no los representa. En la medida en que el ciudadano sienta que ese Estado lo está representando y él puede ayudar o contribuir a la construcción del Estado, en ese momento estaremos reconstruyendo, de los pedazos que han quedado, reconstruyendo el país. Y entonces sí, ya no habrá ganas de irse de aquí, sino de quedarse para trabajar, porque eso será para mi beneficio.
Gustavo García Fong: La vulnerabilidad de la infancia en Guatemala también es una de las falencias que como sociedad nos afecta. En su obra El hijo de casa, se describe un reconocido asesinato ocurrido en la Guatemala de principios de los años cincuenta, perpetrado por un individuo que había sido adoptado por una familia desde su niñez a raíz de su orfandad. ¿Cómo la literatura puede contribuir a visibilizar algunas actitudes discriminatorias que se dan en la sociedad, hacia la infancia u otros grupos vulnerables?
Dante Liano: Mire, esto forma parte del proceso que todo escritor realiza y es ponerse en el lugar de otro. Hay un punto de vista, un lugar de la enunciación que es personal y entonces uno habla desde un “yo” que más o menos equivale al yo psicológico del escritor. Pero para poder escribir, uno debe tener imaginación. Es fundamental tener imaginación. Entonces, Imaginarse en la piel de otra persona, por ejemplo, Panchito Ovando, el protagonista de la historia, es decir, el del crimen del Torreón, investigar sobre Panchito Ovando me llevó a ver que este muchacho había crecido en unas condiciones muy malas, de una explotación espantosa, porque lo habían recogido de la calle y después se dedicó la vida a pagar ese favor. Entonces, a Panchito lo hacían trabajar como una bestia y no le dieron ni siquiera un cuarto, ya que dormía en el baño de la casa; entonces, entrar en la piel equivale a entender por qué este hombre decidió exterminar a la familia que lo había adoptado. La lectura inmediata es que sería un desagradecido, un infame, pero hay que hacer un esfuerzo para ponerse en su lugar.
Y eso es fundamental en la literatura, cambiar de personalidad, cambiar de voz, tener mucho oído para escuchar cómo hablan los demás y entonces uno cambia también su modo de hablar. Y eso me ocurrió también con Réquiem por Teresa; allí es más difícil porque yo soy hombre y para un hombre es muy difícil ponerse en la cabeza de una mujer porque allí sí hay un abismo entre los dos mundos. Pero un escritor no es un escritor si no tiene esa audacia. Entonces, también en Réquiem por Teresa es ponerse en el lugar de y tratar de entender cómo es que esa persona sufrió el abuso, el menosprecio y sufrió la inferioridad que le impone un hombre demasiado violento, demasiado macho, que yo creo que afortunadamente ya estamos entrando en otra etapa de la vida social en la cual esa gran diferencia poco a poco se irá o se tendrá que ir, pues ahora los jóvenes piensan completamente diferente de cómo pensaba uno. Entonces, también en El misterio de San Andrés, sucede lo mismo, pues yo soy ladino de Chimaltenango. El “otro” son los cachiqueles de Chimaltenango; entonces, es preciso ponerse en el lugar del otro, entender cómo los mayas pudieran haber visto la situación. También allí estamos en 1944, es ponerse en otra época y en la piel de otro. La literatura está hecha de sueños. Sin imaginación, sin sueños, no se escribe literatura. Y entonces es eso, es el esfuerzo de plasmar los sueños que uno ha elaborado por medio de la imaginación.
Eduardo Blandón: Háblenos de su más reciente obra Puertas giratorias, presentada en la Feria Internacional del Libro de Guatemala, FILGUA 2023.
Dante Liano: Mire, yo casi nunca he publicado ensayo. Quiero decir, he publicado ensayos académicos y tengo toda una parte de mi currículum sobre ensayos científico académicos sobre literatura, pero casi nunca he publicado ensayos literarios, o sea, ensayos con una pluma libre y estilo literario. El ensayo académico tiene que ser forzosamente descriptivo, seco e ir al grano. Entonces, tengo algunos libros de crítica académica de los cuales estoy muy contento, por ejemplo, la edición crítica de El hombre que parecía un caballo, el diccionario biográfico de los italianos, la visión crítica de la literatura guatemalteca, pero Puertas giratorias, en cambio, son pequeños ensayos escritos a mano libre, en un momento de mi vida en el que me detengo y reflexiono sobre si a esta edad ha valido la pena vivir, si he aprendido algo de la vida, si no he vivido en vano, si me he vuelto más tonto de cómo comencé y así sucesivamente; entonces, estos ensayos van reflexionando en lo que los alemanes llaman una Weltanschauung, es decir, una visión general del mundo y me aclaro a mí mismo a través de estos ensayos qué es lo que entiendo de la vida, qué he llegado a aprender de la ella y también para mí es muy importante, saber si tengo un estilo cuando escribo, si cuándo alguien lee lo que yo escribo, puede decir aunque no vea el nombre del autor: “Sí, esto es de Dante Liano”. Y he tratado de desarrollar ese ejercicio de estilo en Puertas giratorias, a través de escribir conceptos o ideas de la forma más elegante y amena con el fin de que el ensayo pueda leerse de la misma forma en que se lee una novela, con un interés, atrapando al lector; entonces, espero que con Puertas giratorias haya logrado ese ambicioso deseo.
Eduardo Blandón: Usted ha creado un blog y lo alimenta frecuentemente. ¿Qué diferencia encuentra entre el blog y la publicación por escrito? ¿Qué valor encuentra usted en el blog?
Dante Liano: Fíjese que es lo mismo, y en realidad comencé un poco, casualmente, explorando la posibilidad de comunicación que tiene Internet, pero como yo no puedo despegarme mucho de mi vocación literaria, entonces, la forma más cercana a lo literario es el blog. Entendí que no tiene que ser muy largo y tiene que ser muy atractivo. Porque lo lee, no solo la gente más disparatada, sino de diferentes países; entonces, es una experiencia nueva, tiene una gratificación instantánea, porque veo en los registros de mi blog, cuántas personas lo leen y de qué países leen. Y me he sorprendido, porque uno llega a tener lectores fijos en el blog y la mayor parte de mis lectores son de Guatemala, después de Estados Unidos y me imagino que son emigrados, aunque también de diferentes países que leen el blog en español; luego en Italia y España me leen; me leen en toda América Latina y para mi sorpresa también en Irlanda, Francia, algún par de lectores tengo en Rusia, Japón, Australia, es decir, de pronto me llega un comentario de Australia y eso está bien, porque los libros es muy difícil que viajen, en cambio por vía de Internet sí viajan.
Tengo un público fijo cada semana, que no es exagerar pero son unas tres mil personas que lo leen. Entonces, el asunto se convierte en un reto, porque cada semana tengo que decir algo nuevo y que esté bien escrito; es fundamental para mí que esté bien escrito y sobre todo, tratar de no escribir tonterías, que veo que en Internet hay de todo y además, hay mucha cosa visceral, por lo que hay que procurar no utilizar ese recurso como un desagüe. Hay mucha gente que usa Internet como un puro desagüe, donde sacan lo peor de sí mismos; por el contrario, esto tiene una finalidad, siempre humanista, que es dialogar sobre temas o sobre libros que estoy leyendo también.
Gustavo García Fong: Hoy día se considera que las nuevas generaciones, los jóvenes, probablemente no tengan los mismos hábitos de lectura que tuvimos en generaciones pasadas. Algunos consideran que no es necesariamente así, porque los jóvenes sí leen, pero leen en otros formatos y mucho de lo que leen no necesariamente es una lectura de calidad que forme en principios, valores y otros temas. ¿Qué consejos les daría a los jóvenes, que tengan interés o se muestren motivados a escribir? ¿Cuáles serían sus principales desafíos y oportunidades a afrontar en este mundo globalizado y tecnificado, aparentemente con tanto distractor, que hace que se olvide lo fundamental y se ponga la atención en lo accesorio?
Dante Liano: Mire, yo creo que este es un período en el cual la gente está leyendo mucho más que antes, porque a partir de los años setenta, más o menos, de los setenta al dos mil imperó la televisión y entonces, el tipo de comunicación dominante no era escrita, no era lectura, era la visión de contenidos televisivos, y es más, la televisión fue, como escribió Jaspers, si no me equivoco, fue una “pésima madre”, porque le enseñó a la gente comportamientos falsos, porque toda la televisión es completamente falsa, pero la gente adecuó su vida a los modelos televisivos y sobre todo, el modelo televisivo es pasivo, uno ve imágenes, películas, series, telenovelas, pero no hace nada, está allí, comiendo poporopos y otras cosas.
La revolución digital a partir del año 2000 cambia completamente ese panorama. Y la gente lee, claro que no lee como tradicionalmente se leía; lee mucho WhatsApp, los mensajes que se mandan, los están leyendo; lee en Facebook, que es breve, pero está leyendo y está produciendo las letras, está escribiendo, mucho más que antes y eso, sabe a dónde me lleva, me lleva a la segunda parte del Quijote, cuando don Miguel de Cervantes cuenta que andaba en Barcelona y “como yo leía hasta los papeles que me encontraba tirados por la calle, entré a una librería y me encontré con este manuscrito que es el Quijote”. Pero esa frase, “yo leía hasta los papeles que me encontraba tirados por la calle” es clave en la formación de un lector, no digo de un escritor, de un lector.
Porque si uno quiere leer, que lea lo que quiera, que lea lo que le guste, no que lea lo que tiene que leer. No hay cosa peor que tener que leer algo, yo no sé qué les pasaba a ustedes, pero los libros obligatorios de leer es lo que uno menos quiere leer, porque son obligatorios. En cambio, los libros que uno lee con gusto son aquellos que quiere leer o a veces está prohibido que lea; entonces, uno va a buscar lo que está prohibido y lo lee. No es necesario comenzar leyendo la Ilíada y la Odisea. Eso le pasó solo a Jorge Luis Borges, porque en su infancia creció en una biblioteca, y entonces en lugar de jugar con muñecos, soldaditos o carritos, no le quedó más remedio que leer la Ilíada y la Odisea, pero digamos que en un caso que no sea el de Borges, uno debería leer lo que uno quiera, lo que a uno le dé la gana porque la lectura es un vicio, es una adicción y cuando uno ya comenzó a leer, ya no puede dejar de leer. Y uno va creciendo con sus lecturas, si uno cayó en la trampa de leer algo, va a seguir leyendo cosas más complicadas, hasta llegar a la Ilíada y a la Odisea.
Pero es como una graduación, como un afinamiento, que uno va afinando su “vicio” por la lectura. Sabe que hice yo cuando daba clases en la escuela secundaria con adolescentes de quince años, no iba yo a ponerles lecturas obligadas, lo que hice fue que llevé un mueblecito viejo al aula donde coloqué revistas, de mecánica, Vanidades, Selecciones de Reader’s Digest, chistes, etc., Se los puse allí a los alumnos quien quería los tomaba; mire, no salían al recreo con tal de quedarse leyendo. Yo sabía que los estaba “enviciando” en la lectura y ese es un caso ejemplar de cómo inducir a la gente a la lectura “con maña”. Entonces, hasta los papeles tirados por la calle, no importa, uno sabe que cuando lee “hasta los papeles tirados por la calle”, estará imitando a Cervantes. Pues eso de la lectura, fíjense que es una cosa que yo he seguido toda mi vida, porque lo aprendí muy pronto que no había que obligar a la gente leer. Una vez estaba hablando yo en un programa de radio y me llamó un muchacho y dice: Oiga, a mí no me gusta leer ¿qué hago? no lea, le dije. No es obligatorio.
Eduardo Blandón: La Feria Internacional del Libro de Guatemala, FILGUA 2023 fue dedicada usted. Próximamente, la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, le declarará académico honorario. Cuáles son sus impresiones ante estos y otros homenajes que reconocen su trayectoria.
Dante Liano: Mire, cuando uno comienza a escribir, no está pensando en homenajes, no está pensando en premios, diplomas o reconocimientos. La finalidad de la escritura es una búsqueda existencial y escribir sigue siendo una actividad solitaria, una actividad en la cual uno se encuentra con uno mismo. Me siento muy honrado en que la XX Feria Internacional de Libro de Guatemala –Filgua- haya sido dedicada a mi persona, como también que la Academia Guatemalteca de la Lengua me haya hecho académico honorario.