Ingrid Julissa De La Paz
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Estudiante de Contaduría Pública y Auditoría / Ciencia Política con especialidad en Análisis Político.
Queridos lectores de Jóvenes por la Transparencia,
Hoy nos sumergimos en una problemática que no solo aqueja a nuestra nación, sino que también arroja sombras sobre nuestras relaciones internacionales. El subdesarrollo político, un término que ha resonado en los pasillos del poder en Guatemala durante demasiado tiempo, sigue siendo una realidad innegable. A pesar de los avances en otros aspectos de nuestra sociedad, nuestra política sigue siendo un territorio plagado de opacidad y corrupción que mina la confianza en nuestras instituciones y amenaza el futuro de las generaciones presentes y futuras.
La transparencia es el cimiento de cualquier sistema democrático saludable. Sin embargo, en Guatemala esa columna vertebral todavía no se ha consolidado por completo. La falta de transparencia en la política socava la confianza de la población en sus líderes y dificulta nuestro progreso económico y social.
Uno de los pilares fundamentales para una sociedad justa y equitativa es un sistema de justicia imparcial y transparente. Sin embargo, en nuestro país, la independencia de la justicia es un ideal que a menudo parece tambalear. La politización de nuestras instituciones judiciales no solo erosiona la confianza de los ciudadanos en la justicia, sino que también tiene serias implicaciones en nuestras relaciones internacionales y diplomáticas.
Recientemente, un episodio inusual y altamente controversial sacudió la política guatemalteca y proyectó al país en el escenario internacional. En el centro de este conflicto se encuentran el jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), Rafael Curruchiche, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.
En una serie de comentarios públicos a través de las redes sociales, Curruchiche expresó su preocupación por lo que percibió como una injerencia externa en los asuntos internos de Guatemala. Su declaración fue directa: «Lo voy a decir con mucho respeto, secretario, pero a mí me parece muy temeraria su actitud y yo la interpreto como una clara injerencia hacia el mandato constitucional que tiene el Ministerio Público de investigar».
Este enfrentamiento plantea preguntas importantes sobre la diplomacia y las relaciones internacionales de Guatemala. Por un lado, se podría argumentar que Curruchiche tiene razón al defender la independencia del Ministerio Público guatemalteco y su deber de rendir cuentas solo ante la ley de Guatemala, si es que esta fuera parcial y sin sesgos; aunque lo que sabemos es que en este momento la justicia está politizada, como mencioné unas líneas atrás.
Sin embargo, la manera en que Curruchiche expresó su desacuerdo con Almagro podría haber sido más diplomática y constructiva. El uso de un lenguaje directo y la acusación de injerencia pueden generar tensiones innecesarias en las relaciones diplomáticas de Guatemala con la OEA y otros países miembros.
En este momento crítico, hacemos un llamado a todos los guatemaltecos a estar informados y comprometidos con los asuntos políticos y judiciales de nuestro país. La transparencia y la justicia son esenciales para un futuro más brillante y es tarea de todos velar por estos valores.
A los jóvenes, en particular, los instamos a participar activamente en la construcción de una Guatemala más transparente y justa. Somos el futuro de nuestra nación, nuestra voz y acción son cruciales para impulsar el cambio. Al mantenernos informados y comprometidos, podemos contribuir a una Guatemala donde la justicia y la transparencia sean las bases de un futuro mejor. Juntos podemos construir un país más fuerte y justo para todos.
