Por: Lisa Marie Villela
Durante las últimas semanas, la población guatemalteca ha atravesado un asedio constante a la democracia y al orden político que conocemos. Han sido meses de incertidumbre política, desde la inscripción irregular de candidatos hasta la persecución política de individuos. El panorama se ve cada vez más difuso y es difícil imaginar la luz al final del túnel. Es difícil concebir una Guatemala democrática y próspera en la que se celebren los derechos civiles y políticos.
Como una joven universitaria, que anhela ver a Guatemala florecer y contribuir al cambio del país, es fácil perder la esperanza. Las noticias desmotivantes que inundan nuestro día a día pueden hacernos pensar que el problema no tiene solución. Sin embargo, lo peor que podemos hacer es darnos por vencidos y admitir la derrota.
En su novela Alicia a través del espejo, Lewis Carroll habla del país de la “Reina Roja”, en el que sus habitantes necesitan correr para mantenerse en el mismo sitio. “Para quedarte donde estás tienes que correr lo más rápido que puedas. Si quieres ir a otro sitio, deberás correr, por lo menos, dos veces más rápido.” Quedarse quietos es quedarse atrás. No correr lo más rápido que podamos es dejarnos vencer por la indiferencia y la complacencia.
Como guatemaltecos, al igual que los habitantes del país de la “Reina Roja”, necesitamos correr y avanzar para no quedarnos atrás. Nuestra frágil democracia está bajo ataque, y no podemos quedarnos estáticos de brazos cruzados esperando que la situación mejore. Sin importar cuál sea el resultado de las elecciones este 20 de agosto, es nuestro deber permanecer alertas y no pensar que lo hemos logrado, no pensar que hemos alcanzado la meta final.
La democracia no es la meta final, la democracia es una lucha constante; un constante tira y afloje entre la sociedad y el Estado por un frágil balance de poder, que, a veces, parece utópico de alcanzar. Al decir que no hay meta final, no busco sonar cínica o transmitir que nunca alcanzaremos nada; lo que busco es resaltar que tenemos un deber permanente de proteger y fortalecer nuestra democracia.
Enfrentamos un momento crucial en la historia de Guatemala, en el que nuestra democracia está siendo amenazada y nuestra resiliencia está siendo puesta a prueba. Cada elección, cada acto de participación cívica y cada voz que se levanta a favor de la transparencia y la justicia son pasos vitales en esta carrera hacia un país mejor. La democracia es nuestro derecho, nuestra esperanza y nuestra lucha constante como guatemaltecos. No nos demos por vencidos. No nos quedemos parados.