Félix Loarca Guzmán
Ayer 15 de Septiembre se celebraron en Guatemala 194 años de la mal llamada independencia nacional. Escribo mal llamada, pues antes no hubo independencia y tampoco ahora. La independencia ha sido una utopía, es decir un proyecto hermoso, pero irrealizable.
La única excepción fue el período de diez años de la primavera democrática, que se inició tras el triunfo de la Revolución de Octubre de 1944, cuando el pueblo tuvo verdadera libertad e independencia.
Desafortunadamente, en las escuelas de primaria y en los institutos de secundaria, sólo se enseña la historia falsificada, haciendo creer a los niños y jóvenes que el 15 de Septiembre es el día de la libertad.
Lo que ocurrió en 1821 no fue sino una hábil maniobra de uno de los sectores fuertes de la sociedad integrado por los denominados criollos, los hijos de los españoles nacidos en estas tierras. La verdadera historia, demuestra que los criollos mantenían una intensa pugna por el poder con los españoles peninsulares, o sea los nacidos en España.
Los criollos se sentían marginados de los privilegios que tenían los españoles peninsulares, quienes eran los que estaban en posiciones claves del gobierno en nombre y representación de los Reyes de España.
Los criollos aprovecharon las adversidades que agobiaban a la Corona Española y promovieron la separación de la metrópoli europea. A ese proceso es a lo que equivocadamente se identifica como la independencia.
Sin embargo, el pueblo no se benefició con esa caricatura de independencia, pues siguió siendo objeto de explotación como antes.
Los indígenas prosiguieron su calvario como víctimas de una formación colonial de carácter esclavista. No solo eran discriminados sino se les despojó de sus tierras. Los mestizos, hijos de españoles con mujeres indígenas, también fueron relegados a posiciones secundarias. Todo ese esquema de desigualdad y de injusticia se viene reproduciendo desde entonces.
La cacareada independencia solo fue para una fracción de la clase dominante, cuyos descendientes son los que actualmente mantienen al pueblo de Guatemala sumido en vergonzosos niveles de pobreza e inequidad quienes pagan salarios de hambre.
Tal como dice el sociólogo brasileño Darcy Ribero, la independencia latinoamericana ha sido una verdadera farsa.
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