Edith González
Mañana 21 de mayo se celebra el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo. Fue en el año 2003 hace apenas 20 años cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió celebrar el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, con el objetivo de apoyar la diversidad, el diálogo, la inclusión y la cooperación entre las distintas culturas.
En el 2001, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO reconoció la importancia de la diversidad cultural y como ésta se expresa, considerando que es tan esencial al género humano como la diversidad biológica en los organismos vivos.
Señalando que “la diversidad es un patrimonio común que debemos reconocer y consolidar, sobre todo si tomamos en consideración que nos encontramos ante sociedades diversificadas que deben convivir, participar, intercambiar y garantizar el pluralismo.
Respetar al otro y su cultura, es respetar las libertades y los derechos humanos. Todos tenemos la posibilidad y el derecho de expresar, crear o difundir las obras en nuestro idioma y participar de la cultura que tenemos o hemos escogido. En otras palabras, todos somos parte de este mundo y debemos aceptarnos”.
Increíblemente algo tan natural como pensar diferente, vestir distinto, comer otras comidas, tener otra filosofía de vida, debió esperar cincuenta y cinco años luego de la declaración de los derechos humanos para ser considerado como un derecho de las personas para ser celebrado.
El ser humano distribuido a lo largo de 510.1 millones de km² en áreas rocosas, desérticas, humedales, bosques, nieve, praderas, separado por océanos, montañas, ríos ha ido a lo largo de su existencia conformando grupos humanos, sociales con hábitos, costumbres y creencias, similares entre sí y distintas a otros grupos humanos de otras regiones.
Tan sólo en nuestro país de 108,899 km2 finalmente con los acuerdos de paz logró la definición de estar conformado por una sociedad multiétnica, pluricultural y multilingüe donde conviven los pueblos indígenas maya, xinka, garífuna y los ladinos.
E independientemente de los grupos culturales de una familia a otra en la misma comunidad cambia el sabor de la misma comida incluso la tradicional, el gusto por la música, o la forma de orar. Y no digamos si hablamos de distintas generaciones, considerando siempre a los jóvenes como los que imponen las ahora llamadas tendencias, vistiendo pantalones que a mi edad mi madre hubiera parchado con el dicho popular de pobre, pero no roto.
Sin embargo esa diversidad cultural que puede verse a través de diversas manifestaciones: creencias religiosas, música, lenguaje, arte, trabajo y en toda actividad humana, como un reflejo de nuestra cultura como comunidad, sociedad o nación. Los latinoamericanos por ejemplo hablamos español, pero cada grupo cultural expresa su propio acento, pronunciación e incluso no le damos el mismo significado a las palabras. En México por ejemplo se dice chamarra refiriéndose a una chumpa o chaqueta a lo que en Guatemala sería una colcha.
Y esas características particulares, formas diversas de expresión pintan la vida de las personas de color y ánimo ante las celebraciones propias de sus festividades culturales o incluso sus manifestaciones de dolor, enriqueciendo la vida espiritual, moral, afectiva e intelectual, a lo largo del planeta.
Además de acompañarse de innovación, creatividad y aceptación, que permite a cada grupo humano cultural diverso crecer en todos los aspectos para el bienestar de su dignidad como seres humanos.
No tenemos obligación de practicar formas culturales o hábitos con los que no estemos de acuerdo, o incluso vayan en contra de lo que pensamos y/o practicamos, pero si tenemos obligación de respetar y apoyar la diversidad, el diálogo intercultural y la inclusión, así como combatir los estereotipos y la polarización para buscar el entendimiento y la cooperación de las diferentes culturas del planeta.