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Mauricio José Chaulón Vélez                                                                                          Escuela de Historia                                                                                                        Universidad de San Carlos de Guatemala

Después de tres años con diversas restricciones hacia las actividades de religiosidad popular debido a la pandemia del Covid19, los actos de Cuaresma y Semana Santa en todo el país han regresado prácticamente a la normalidad, evidenciándose la participación de una gran cantidad de personas como muestra de reencuentro con la esperanza. No me refiero únicamente a una perspectiva religiosa, sino al significado amplio del término que tiene que ver siempre con la vida.

Es importante tener en cuenta que las representaciones de la pasión, muerte y resurrección de Cristo se relacionan con la búsqueda de significados sobre lo que se vive diariamente, integrándose a los ciclos de la naturaleza que corresponden a tiempos de producción de alimentos específicos y la pausa primaveral cálida entre la época fría de inicio de año y la lluviosa, pertenecientes a los procesos para obtener los bienes de la tierra.

Al mismo tiempo, la Semana Santa permite detener por unos días el movimiento cotidiano del trabajo abrumador, aunque es importante no dejar de ver que muchas personas siguen en sus labores con duras condiciones de explotación, lo cual es consecuencia de las graves condiciones de desigualdad que aumentan en Guatemala. Aunque esa realidad es ineludible, la Semana Mayor continúa resistiendo en su sentido para no perderse en los avatares de una salvaje y cada vez más rápida mercantilización de todo.

Portada: Sumplemento Cultural, Edición Especial

Por ello es que su resurgir en grandes rituales adquiere más relevancia, ya que se combinan los efectos de la pandemia con los del avance del capitalismo que despoja lo que encuentra a su paso. Este 2023 en que la Semana Santa de Guatemala quedó oficialmente inscrita en la lista del patrimonio intangible de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es vital tener en cuenta que la cultura viva es la que mantiene la tradición y no los intereses de un gobierno y mucho menos los de capitales privados que sólo ven en las tradiciones una oportunidad de negocio.

Durante los encierros obligados por la situación pandémica fue en las comunidades las salvaguardas de los ritos, demostrando que son del pueblo y están vivas por el pueblo. Esperemos que este Suplemento Especial Cultural de Semana Santa del Diario La Hora, que hoy se presenta en su 8ava. edición de su Segunda Época, continúe siendo un aporte de la academia al conocimiento de este profundo fenómeno sociocultural en Guatemala.

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