El camino hacia el sueño americano sigue siendo un riesgo para los guatemaltecos que emprenden el viaje. Foto: La Hora / AP

El enfoque que se está dando al problema migratorio y el enorme flujo de ciudadanos de otros países hacia Estados Unidos es totalmente equivocado, puesto que se está abordando como si los migrantes fueran criminales; se entiende que alguien ignorante y populista, como Trump, los calificara de ladrones, violadores y asesinos, pero en realidad se trata de gente decente que busca formas honradas de ganarse la vida mediante un trabajo que en sus países no encuentra.

El Gobierno de Guatemala parece suponer que todo es producto del crimen organizado para el tráfico de personas y centra todos sus “logros” en el incremento a las penas para los “coyotes”, quienes sí son una parte del crimen organizado que, como hacen los narcos, se aprovechan de la demanda existente, con la diferencia de que para los segundos la demanda viene de drogadictos, mientras que para los primeros de gente en extrema condición de necesidad.

La migración es un problema humanitario porque quienes migran son personas que no tienen en sus países las oportunidades ni las condiciones para siquiera mantener a sus familias o para subsistir por la violencia que puede ser del crimen común o, en algunos países, del mismo Estado opresor. No es por gusto, placer o por conocer nuevos sitios que esos millones de personas viajan a un país donde la mejor prueba de la necesidad de la mano de obra, está en esa manera rápida en que se pueden colocar y empezar a ganar lo que nunca soñaron con devengar en sus países.

La solución que se pretende, tanto en Estados Unidos como en aquellos que se prestaron a ser sus “países seguros”, es del todo represiva. Encarcelar a los migrantes como hacen los mexicanos no es la respuesta humanitaria a un serio problema que seguirá creciendo en la medida en que estos países no atiendan las causas profundas del fenómeno. Mientras haya países que creen que la gente migra por la guerra entre Rusia y Ucrania, como sucede en Guatemala, según las palabras del Canciller, no esperemos que haya ningún trabajo interno para invertir en la gente y generar oportunidades.

En Guatemala debemos ver a los migrantes como la mejor muestra de que la gente no es pobre porque quiera, porque son haraganes o descuidados. Al nada más poner el pie en un sitio donde hay trabajo y buena remuneración, empiezan a enviar remesas para el sustento de sus familias y cada día son más los que arriesgan todo para huir de la opresión de un país donde ninguna autoridad piensa en las necesidades de la gente.

Redacción La Hora

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