El incendio provocado ayer en un centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez, al norte de México, dejó un saldo de 39 muertos y 29 heridos, según el Instituto Nacional de Migración mexicano en un comunicado. En tanto, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala ha adelantado que informaciones recibidas dan cuenta que 28 de los fallecidos eran guatemaltecos. Se trata de una terrible noticia que tiene que causar profundo dolor entre los guatemaltecos porque son compatriotas que, como tantos otros, salen del país desesperados por la falta de oportunidades e ilusionados por encontrarlas en Estados Unidos.
Los reportes iniciales dan cuenta de que junto a los guatemaltecos se encontraban algunos migrantes sudamericanos, específicamente de Venezuela, quienes en señal de protesta por la detención de que fueron objeto, prendieron fuego a unos colchones, generando la terrible tragedia en la que la mayoría de fallecidos son guatemaltecos. Y es que diariamente son muchos los que emprenden la peligrosa ruta hacia el Norte en busca de un trabajo que les permita mantener dignamente a sus familias, objetivo que no pueden alcanzar aquí por esa marcada y dolorosa ausencia de oportunidades.
Hay que decir que es triste vivir una situación en la que expulsar a nuestra gente se convierte en un negocio redondo porque el dinero que terminan enviando es el ingrediente más fuerte de una economía en la que no se le da el valor a las remesas, siendo estas un gran aporte al esfuerzo honrado de muchos que mantienen el dinamismo económico. Y más aún cuando, para llegar al envío de remesas, ellos tienen que pasar por un trayecto denigrante y peligroso que les hace sufrir incontables riesgos y malos tratos, tanto de los coyotes que les llevan como de autoridades de México y de Estados Unidos.
Es importante que reparemos en lo que significa esa constante migración, sus causas y sus efectos, más allá del dinero que viene para alimentar el consumo en nuestra economía. Hay familias desintegradas y, lo peor, muchas vidas perdidas en ese duro viaje que es causa de la desesperación. Gente que se sabe capaz de generar dinero mediante su esfuerzo y dedicación, ve cómo otros compatriotas en iguales condiciones y que pudieron migrar lo logran, simplemente porque llegan a tener un trabajo bien remunerado.
Hoy estamos en plena campaña, pero el tema del calvario del migrante y de sus familias no interesa más que como factor de ese “crecimiento económico” del que tanto se presume. Invertir en nuestra gente, crear un Estado de derecho capaz de atraer inversiones, son cosas que ni siquiera están en el radar de los partidos políticos que ya están en plena campaña.