Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata

Si no fuera por la rústica mentalidad del Ministerio Público, uno pensaría que ha actuado en complicidad con Edmond Mulet. ¡Lo catapultó en la carrera electoral!

Tenemos, sin embargo, que reflexionar en serio sobre lo ocurrido. La inscripción de Baldizón, la posterior revocatoria de oficio de dicha inscripción que hizo el Tribunal Supremo Electoral y ahora esta petición del MP de quitarle el antejuicio a Mulet para poderlo investigar son hechos que deben analizarse en su conjunto.

El primero, la inscripción de ese personaje hizo crujir la “convergencia perversa”, como ya lo hemos expresado en anteriores análisis. Para las élites empresariales y para el gobierno de Estados Unidos la participación de Balidizón era muy difícil de tolerar.

El segundo hecho, la rectificación de oficio por parte del TSE, es un intento por mantener la “convergencia perversa” como estaba. Pero, al mismo tiempo, sienta un nefasto precedente en el actual proceso electoral, porque se establece la supuesta competencia jurídica de dicho organismo para revocar de oficio candidaturas ya inscritas.

Y el tercer hecho, la acción contra Mulet, es un intento por mantener el escenario electoral sin la participación de alguien que pudiera evitar una segunda vuelta entre las dos candidaturas que son funcionales a la continuidad de la cooptación de la institucionalidad. El cálculo, un poco esquemático por cierto, es que Sandra Torres llega a la segunda vuelta y que en el balotaje se repetiría por tercera vez el triunfo de su oponente, cualquiera que fuere, tal como sucedió con Jimmy Morales- y Alejandro Giammattei.

Pero la acción del MP y las declaraciones del Fiscal Curruchiche lo que producen en la población es una gran antipatía. Así las cosas, Mullet capitaliza toda la indignación de la ciudadanía, que se ha de sentir abofeteada con este comportamiento grosero.

Por todo lo anterior afirmo que la convergencia perversa está en crisis. Las élites empresariales, socios vergonzantes y al mismo tiempo rehenes de las redes político-criminales que allí participan, ahora tienen un candidato que les permitiría no tener que apoyar a Zury Ríos y jugárselas con Mulet, quien ideológica y programáticamente está vinculado con ellas. Los gringos también estarían empáticos con él.

Afirmo, por lo tanto, que una parte de la convergencia perversa, las mafias político criminales, necesitan que el TSE cancele la inscripción de Mulet.

La participación de este candidato conservador es, en términos reales, la única posibilidad de que llegue al Ejecutivo una opción que pueda liderar la lucha por terminar la cooptación mafiosa de la institucionalidad estatal. Eso representa Mulet para Guatemala. Ni más, ni menos. No es una opción transformadora identificada con los intereses populares, pero es funcional para el restablecimiento del carácter republicano del Estado guatemalteco y para parar la debacle de la democracia liberal en nuestro país. ¡Y eso no es poca cosa!
Si Mulet queda fuera de la carrera electoral, sería muy difícil que en una segunda vuelta las finalistas no fueran Sandra Torres y Zury Ríos.

Me parece que el TSE y las Cortes correspondientes tienen la oportunidad de evitar su completo hundimiento, ya que en el mediano plazo ese naufragio los podría conducir, tarde o temprano, a las rejas, cuando la institucionalidad democrática, algún día reconstruida, les pase la factura.

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