Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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El terremoto ocurrido en Turquía y Siria ha generado muchos comentarios alrededor del mundo y varios expertos señalan que en el caso de Turquía hace ya varios años que se establecieron normas para la construcción tomando en cuenta aspectos telúricos y señalan que son bastantes las edificaciones que soportaron los poderosos temblores, pero algunas obras recientes sucumbieron y tratan de encontrar la causa. Algunos han señalado que la existencia de normas estrictas para la construcción no es garantía si no se ejerce una adecuada supervisión de las obras, situación que se complica cuando existen prácticas de corrupción.

En Guatemala, después de la tragedia de 1976, se revisaron y modificaron las normas existentes para la construcción, en todo el sentido de la palabra, y se fueron exigiendo mayores refuerzos estructurales basados en el conocimiento de muchos expertos en la materia. Hoy en día es inmensa la cantidad de edificios construidos y, de hecho, por todos lados vemos el surgimiento de nuevos debido a la inmensa demanda que se plantea, especialmente porque mucha gente que se había ido a vivir a las afueras de la ciudad trata de volver debido a las serias dificultades del tráfico.

Supongo que los avances que de 1976 para nuestros días en el tema de construcción han llevado a las Municipalidades del área metropolitana a ir mejorando las normas de construcción con el fin de evitar desastres, pero desafortunadamente no podemos sacar la corrupción de cualquier ecuación que queramos hacer. Baste ver lo ocurrido con el tema del Insivumeh que es la institución cuya experiencia en sismología es vital para la toma de decisiones y, sobre todo, de precauciones en el tema de los terremotos y que cayó en el juego de la cooptación o captura del Estado para la realización de trinquetes y al día de hoy el antejuicio contra el diputado que fue sindicado de haber metido la mano no avanza.

Hay, sin duda, muchos constructores que se esmeran por hacer las cosas bien y por garantizar a los compradores una vivienda no solo bonita sino absolutamente segura, dadas las características de nuestro subsuelo que son ampliamente conocidas. Pero no se puede confiar todo simplemente en esa buena fe y decencia, sino que es indispensable garantizar la adecuada supervisión. Hemos visto que un aguacero destruye puentes y carreteras supuestamente ejecutadas de acuerdo a planos bien elaborados para obras realizadas con materiales de óptima calidad y sería terrible un comportamiento similar de algún constructor de viviendas.

Es cierto que cada poco tiempo se producen nuevas investigaciones que permiten mejores requisitos de diseño estructural, pero se tienen que ir aplicando en todas y cada una de las nuevas obras que se construyen porque, lamentablemente, vivimos en un país de alto riesgo.

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