Claudia Navas Dangel
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Hoy le llegó su viernes y aunque no es “cristiano” alegrarse de la desgracia ajena, yo sí me alegro. Y es que, además, es un sentimiento compartido por muchos, que ayer 21 de agosto de 2015, en Guatemala se vislumbró la justicia y eso estando como estamos ya es decir mucho.

Le llegó uno de los muchos días que le esperan, aún en su suite de lujos, en Matamoros a una de las personas que jugó con los sentimientos de miles de guatemaltecos, y se apropió de dinero con que el que quizá hoy no habría algún niño con desnutrición aguda, otro podría leer y muchos más tendrían medicamentos en lugar de cruces en un cementerio. Así nomás.

Le llegó entonces el momento a la población de sentirse menos invisible, menos olvidada y con un poco de respeto. Toca ahora que el señor, y vean que amable soy cuando lo nombro, que aún ostenta un título muy venido a menos en Guatemala -por él, sus antecesores y los postulantes-, muestre un poquito de dignidad y se vaya, aunque en realidad ya lo hemos sacado de allí con nuestras muestras de repudio y de rabia, sí RABIA, ante tanto abuso y tanto descaro.

Aun así, es impresionante las muestras de apoyo que algunos ahí sí “patriotas” le dan a ese par de delincuentes, que no solo han robado, estafado, mentido, coaccionado a muchos, entre otros delitos, sino también han sido y siguen siendo dadas las circunstancias, los responsables de la muerte de muchos guatemaltecos que migran y no llegan a su destino, ni retornan; de niños que por diarreas han dejado de existir en Centros de Salud carentes de lo básico: de enfermos renales y de víctimas de la violencia que en lugar de disminuir avivaron durante el tiempo que han controlado el país.

Me alegro, me regocijo y me esperanza lo que está sucediendo, que espero que no sea como algunos dicen: un alegrón de burros nada más. Sin embargo, tengo que reconocer que me preocupa lo que pueda ocurrir con el segundo de abordo de Pérez como figura presidencial, que las elecciones no se den como muchos reclaman, con y sin razón o que otro fantoche llegue a lo Serano Elías, de la nada a succionar lo que hay y luego vuele libre al viento como el tío de la exvicepresidenta y el caos -cosa a la que ya estamos más que acostumbrados-, imperé y termine por descalabrar todo.

Sentimientos encontrados. Alegría, temor y de pronto la ilusión de que mi hija pueda cantar el himno, tal y como lo hace ahora, sin sentirse engañada, abrumada, desilusionada, sin sentirlo pues.

Por ahora solo queda que la justicia se dé bien, que el dinero, “nuestro dinero” en otras manos, no haga bailar a nadie y que se juzgue y condene a esas roñas y, por supuesto, que devuelvan lo robado y que se administre bien para que no sean pocos los escogidos.

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