Con dedos ágiles y entusiasmo infantil, Danny Cortes recrea en miniatura las escenas callejeras impregnadas de hip hop de la Nueva York en la que creció. Lo que comenzó como un simple pasatiempo le ha traído reconocimiento en el mundo del rap y lucrativas ventas, incluso en la prestigiosa casa de subastas Sotheby’s. «Somos adultos, pero nunca dejamos de ser niños», dice a la AFP el artista de 42 años. «¿A quién no le gustan los juguetes?, ¿a quién no le gustan las miniaturas?»
Cortes trabaja en su taller del barrio Bushwick, en Brooklyn, rodeado de objetos reciclados hallados en las calles. Sobre su mesa está el proyecto en el que trabaja actualmente: una pequeña réplica de la fachada de un edificio desgastada y sucia. Cerca de una ventana tapiada con ladrillos cuelga una cesta de plástico: la canasta de básquetbol de alguien pobre. «Representa mi infancia», dice mientras retoca el modelo hecho en poliestireno, su material favorito. «Todo tenía este aspecto: abandonado, vacío, muchas drogas en la zona».
DE 30 A 10.000 DÓLARES
Una de sus creaciones más recientes es un modesto restaurante chino, con un maltrecho cartel amarillo y paredes de ladrillo rojo y malva cubiertas con grafitis.
En la puerta del verdadero restaurante, Cortes, vestido con chaqueta negra y una gorra de béisbol que enmarca su rostro ovalado, sonríe mientras cuenta cómo el rapero neoyorquino Joell Ortiz, oriundo del barrio, insistió en comprar la maqueta. «La necesito», dijo.
¿EL PRECIO?
«Diez mil dólares», dice Cortes. Y agrega: «La primera pieza que vendí costó unos 30 dólares, y me alegré mucho de haber conseguido 30 dólares». El artista construye objetos de colección basados en las más banales escenas urbanas, «las pequeñas cosas con las que nos cruzamos a diario» y a las que no prestamos atención, pero que en su conjunto forman el paisaje urbano único de Nueva York.
«SIMPLEMENTE DESPEGÓ»
Una de sus primeras obras emblemáticas fue una simple nevera comercial blanca, de las que se encuentran afuera de las tienditas en las esquinas de los barrios, con la palabra «HIELO» escrita en letras rojas mayúsculas en un lado, y a menudo cubiertas de grafitis, que Cortes reproduce con minucia. Su repertorio también incluye un camión de helado clásico, como el que aparece en la película «Haz lo correcto» de Spike Lee (1989), cuyas campanadas musicales pusieron a correr a los jóvenes neoyorquinos.
Su obra, plagada de nostalgia, incorpora a menudo tributos a míticos raperos locales como Notorious B.I.G. o Wu-Tang-Clan. Cortes no siempre fue artista. Antes trabajó como vendedor, en la construcción y en un refugio para personas sin hogar. Pero la pandemia cambió su vida, al impulsarlo a tomarse más en serio lo que solía ser un entretenido pasatiempo.
Luego de dar a conocer sus primeras creaciones en redes sociales, su trabajo «simplemente despegó», afirma. El sello artístico Mass Appeal, asociado a la leyenda del rap Nas, le encargó una maqueta de un boombox ghetto-blaster (un radiocasete) para la portada de un mini álbum de DJ Premier («Hip Hop 50: Vol. 1»).
En marzo de 2022, cuatro de sus obras se vendieron en una subasta de hiphop en Sotheby’s, entre ellas un camión de helado en 2.200 dólares. Más tarde se diversificó al construir una réplica en miniatura de un restaurante de Atlanta para su dueño, el rapero 2 Chainz.
MUCHOS CAMBIOS
Pero el corazón de Cortes permanece en Brooklyn. «Realmente ha captado el ambiente sucio y descarnado que dio origen a buena parte de la música hip-hop de los años 90», dice Monica Lynch, antigua jefa de Tommy Boy Records y consultora en la subasta de Sotheby’s. A través de su obra, Cortes dice que quiere documentar un lugar en donde «hay muchos cambios», en particular su vecindario en Bushwick.
Ahora convertido en un barrio de moda frecuentado por artistas, es también un símbolo de la gentrificación, pero Cortes dice que no tiene problema con eso. «Creo que es bueno, creo que es más seguro, aunque Bushwick siempre será Bushwick», declara. «Pero hay más oportunidades».