El Capítulo III de la Constitución Política de la República contiene en su Artículo 136, los deberes y derechos políticos de los ciudadanos. De esta manera, los constitucionalistas enlistamos que los deberes y derechos políticos que nos asisten son: a) inscribirse en el Registro de Ciudadanos; b) elegir y ser electo; c) velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral; d) optar a cargos públicos; e) participar en actividades políticas; y f) defender el principio de alternabilidad y no reelección en el ejercicio de la Presidencia de la República.
Dada la coyuntura, se hace obligatorio que hablemos de ese deber constitucional contenido en la literal c) respecto de velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral, especialmente porque cuando regresemos de este descanso, casi obligatorio, estaremos a pocos días de arrancar con un nuevo acontecimiento electoral. Es probable que los que hicimos la Constitución erráramos al no indicar expresamente cómo velar por esa libertad, efectividad y transparencia del proceso electoral, pero eso no significa que no existan mecanismos para hacerlo.
Recientemente, varias organizaciones sociales, algunos medios de comunicación y algunas iglesias expresaron su oposición a que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) adquiriera un sistema de informática no sólo por el alto costo, sino porque su funcionalidad y transparencia ha sido motivo de cuestionamientos en otros países. La presión ejercida hizo que el TSE diera marcha atrás y eso es plausible.
Tengo entendido, y corríjanme si no es así, que el TSE se está reuniendo públicamente con los partidos políticos para discutir el reglamento que se aplicará en la contienda electoral que se avecina y, para evitar la imposición, está accediendo a los cambios que los delegados políticos proponen, eso también es plausible.
Pero, para velar por la pureza del proceso electoral, no es necesario pertenecer a una organización de las que mencioné. Ni siquiera se necesita, aunque sería lo ideal, pertenecer a un partido político, así como tampoco es necesario ser un religioso reconocido. Existen proyectos y programas desde donde es posible trabajar como voluntario en el TSE, o bien, por ejemplo, en las mesas receptoras de votos.
Aunque no pertenezcamos a un partido, podemos ser fiscal de mesa el día de la elección representando a cualesquiera de ellos y velar porque las cosas se hagan correctamente y que cada voto se destine según la voluntad ciudadana.
Poco a poco iré mencionando cómo podemos convertirnos en observadores directos de las elecciones y tener acceso a los centros de votación y a toda la información que se genere sin necesidad de involucrarnos en política partidista. Por eso digo que NO SE VALE escuchar que se está fraguando un fraude y no hacer nada y quedarnos con los brazos cruzados.
Y digo NO SE VALE porque oportunidades hay, y muchas, para hacer ciudadanía y para ser garantes, para hacer cumplir los seis deberes y derechos políticos contenidos en el Artículo 136 constitucional, y muy especialmente, el de velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral. Voy a explicar en cada oportunidad que tenga, cómo ayudar a que el sistema se fortalezca y no seguir autodesprestigiándonos. Es suficiente decisión y voluntad, porque hay maneras para hacerlo, no hay excusas. Así que si “leche querías… ahí está la vaca”.